El 7 de mayo de 2018, a mi hijo Christian, que entonces tenía 18 años, le diagnosticaron esclerosis múltiple (EM) recidivante. Después de un mes de exámenes intensivos y ansiedad, pensé que me había preparado para el diagnóstico de esclerosis, pero no es así.
Estuve llorando durante toda la conversación. No podía contener las lágrimas que caían por mis mejillas. Fue increíblemente duro que te dijeran que tu hijo tiene una enfermedad crónica e incurable que, en el peor de los casos, podría incapacitarle.
Me sentía muy triste por Christian. Triste por un futuro incierto.
Triste por la injusticia. Triste porque era él en vez de yo.
Esta es mi historia de cómo, como madre de una persona con esclerosis múltiple, me tiraron de la manta, de cómo me hundí sin darme cuenta al principio, de cómo cambiaron mis prioridades y de cómo poco a poco volví a encontrar un ritmo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)