Emotions in Biblical Law: A Cognitive Science Approach

Contenido del libro:

Este estudio es pionero en el uso de conocimientos de las ciencias cognitivas, como la biología evolutiva, la neurociencia y la psicología del desarrollo, como herramientas heurísticas para interpretar textos antiguos. El enfoque podría describirse como "psicobiológico".

Se centra en las emociones en las diversas colecciones jurídicas del Pentateuco. Kazen analiza el papel del asco, la empatía, el miedo y el sentido de la justicia en cuestiones morales y rituales concretas: la pureza y la santidad; la preocupación humanitaria por las categorías vulnerables; el etnocentrismo y la xenofobia; el castigo divino y la amenaza demoníaca; la venganza, la compensación y el rescate (kofer), junto con los ritos de eliminación (kipper). El libro consta de dos partes principales, enmarcadas por un capítulo introductorio y una discusión final.

En la primera parte, Kazen explora los fundamentos cognitivos, incluidas las bases biológicas y neurocientíficas de los afectos básicos, y el papel de la cultura en la conformación tanto de la moral convencional como del comportamiento ritual.

A continuación se describen cuatro emociones concretas. En la segunda parte, estos conocimientos de la ciencia cognitiva se aplican al análisis de textos concretos.

Tras una visión general de las colecciones jurídicas del Pentateuco, cada una de las cuatro emociones se trata en un capítulo independiente. Kazen relaciona constantemente el enfoque de la ciencia cognitiva con el análisis más tradicional de las fuentes y la redacción crítica, considerándolos complementarios. Como resultado, las colecciones legales del Pentateuco se consideran textos emocionales, que expresan fuertes afectos, lo que influye en nuestra comprensión del carácter de la "ley" israelita.

Kazen sugiere que la interacción y el conflicto entre diversas emociones pueden explicar las discrepancias y tensiones entre las preocupaciones humanitarias y el etnocentrismo, y entre la empatía y la justicia. También demuestra que considerar las emociones como denominadores comunes encierra un potencial para resolver algunos enigmas difíciles y antiguos. Sostiene que centrarse en la experiencia humana encarnada más que en las convicciones teológicas y las ideas teóricas puede evitar algunos callejones sin salida interpretativos y abrir nuevas vías para comprender los textos antiguos.