El veterano o 40 años de servicio en el ejército británico: Los escabrosos recuerdos del pagador John Harley 47º de a pie - 1798-1838

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Título original:

The Veteran or 40 Years' Service in the British Army: The Scurrilous Recollections of Paymaster John Harley 47th Foot - 1798-1838

Contenido del libro:

El pagador John Harley escribió sus memorias entre mediados y finales de la década de 1830, unos quince años después de haber abandonado el ejército en circunstancias dudosas. Al parecer, publicó estas memorias de forma privada en dos volúmenes en 1838, unos años antes de su muerte -posiblemente porque no había encontrado un editor convencional debido a su contenido potencialmente difamatorio- y sólo se imprimieron cuatrocientos ejemplares. John Harley tuvo una carrera militar variada e interesante, sirviendo en los Tarbert Fencibles, el 54º de a pie en Egipto, y luego el 47º de a pie con Wellington en España y el sur de Francia. John Harley nació en Cork, Irlanda, el 18 de noviembre de 1769, pero su padre murió a las pocas semanas, por lo que vivió con su madre la mayor parte de su juventud en la zona de Kilkenny. A la edad de catorce años empezó a trabajar en una casa de comercio de la ciudad, pero nunca llegó a establecerse y consiguió un puesto de teniente en los Tarbert Fencibles cuando se formaron en 1798. El 12 de junio de 1800, Harley fue nombrado intendente del 54º de a pie y se unió a su nuevo regimiento en Winchester. Poco después, se les ordenó partir al extranjero y, al cabo de un año, Harley se encontró caminando penosamente por las ardientes arenas de Egipto en la campaña de Sir Ralph Abercromby para expulsar a los franceses de África. Posteriormente, formaron parte de la guarnición de Gibraltar y estuvieron allí durante el infame motín contra el gobernador, el duque de Kent.

Tras recibir media paga durante la Paz de Amiens, Harley pronto encontró un nuevo puesto, como intendente en el 1er Batallón del 47º de a pie. El 11 de julio de 1805, John Harley obtuvo el puesto de pagador del 2º batallón del regimiento y se trasladó con él a Irlanda durante los tres años siguientes, y de allí a Inglaterra en 1807, donde permanecieron hasta 1809, cuando finalmente se les ordenó ir al extranjero. Zarparon para Gibraltar en octubre de 1809 y luego fueron trasladados a Cádiz, participando en la defensa de ese lugar y de Tarifa en 1811. Al año siguiente terminó el sitio de Cádiz, el batallón marchó a Sevilla y luego se unió a la difícil retirada de Wellington a Portugal. En 1813 el batallón estuvo en la batalla de Vitoria, donde Juan recibió la terrible noticia de la muerte de su hijo; después participó en el asedio de San Sebastián. Luego participaron en el cruce del Bidassoa, en las batallas de Nivelle y del Nive y finalmente en la salida de Bayona, cuando terminó la guerra. Como pagador, Harley no participó casi nunca en los combates, pero a veces estuvo cerca de la acción y fue testigo de las terribles consecuencias. Sin embargo, algunas de las mejores y más entretenidas memorias proceden de no combatientes.

Es una simple verdad que si quieres saber cómo era realmente el ejército británico durante el noventa y nueve por ciento del tiempo en el que no había combates, lee las memorias de esos hombres, que tuvieron la oportunidad de disfrutar de los mejores momentos, participaron en muchas de las mayores aventuras y, afortunadamente, tuvieron tiempo libre para registrarlas para la posteridad. Aunque no escribió sus memorias hasta 1830, Harley recuerda mucho; nombres, personalidades, incidentes y tragedias, y aunque su memoria puede confundir ocasionalmente los rangos correctos o algunos de los detalles más finos; cada uno de los principales incidentes que relata se encuentra en los registros. Pero la mayor alegría de estas páginas son los diversos incidentes escabrosos que se mencionan en estas memorias, y que se ha comprobado que todos son reales. Duelos, bigamia, secuestros, mujeres engañadas para casarse, barcos que se hunden, cobardía, latrocinio, asesinatos, corrupción, tragedias humanas, bancarrotas, falsificaciones, suicidios, corsarios, cárceles de deudores, tahúres, salteadores de caminos, prisioneros de guerra y Garryowen Boys, en fin, todo el abanico. Expone el lado sórdido de la vida georgiana, tanto en el ejército como en la vida civil. Las memorias de John Harley son una auténtica gozada y nos abren los ojos a muchos niveles; una vez que las hayamos leído, nunca volveremos a ver al ejército de Wellington de la misma manera.