The One-Legged Cowboy
La vida de los vaqueros no era glamurosa. Era un trabajo duro todos los días y también por las noches.
El vaquero cobraba entre uno y cuatro dólares al mes por arrear el revoltoso y asustadizo ganado de cuernos largos, por atar a los animales descarriados y marcarlos, y por conducir los rebaños muchos, muchos kilómetros hasta los ferrocarriles de Kansas para su envío al Este. El vaquero sabía que podía morir aplastado por una estampida o incluso ser alcanzado por un rayo en las llanuras. Era afortunado si lograba llegar a un pueblo una o dos veces al año.
Para ser un auténtico vaquero no hacía falta un título universitario, sino muchas agallas y tenacidad. El vaquero solía ser un hombre joven con pocas ataduras al hogar y un fuerte deseo de vagabundear.
Sentía una gran devoción por sus compañeros en la pradera y moriría luchando por ellos. Vestía la misma ropa todos los días y comía lo que le daba el cocinero de la carreta. Llevaba un saco de dormir atado detrás de la silla y dormía en el suelo hiciera el tiempo que hiciera.
Llegó a ser duro como una piedra, pero era amable con todos los que conocía. Fue un auténtico héroe del Viejo Oeste.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)