El telegrama de Du Bois: Resistencia literaria y contención estatal

Opiniones de los lectores

Actualmente no hay opiniones de lectores. La calificación se basa en 2 votos.

Título original:

Du Bois's Telegram: Literary Resistance and State Containment

Contenido del libro:

En 1956, a W. E. B. Du Bois se le denegó el pasaporte para asistir en París al Congreso Prsence Africaine de Escritores y Artistas Negros. Entonces envió a los reunidos un telegrama. "Cualquier negroamericano que viaje hoy al extranjero no debe hablar de las condiciones raciales en Estados Unidos o decir el tipo de cosas que nuestro Departamento de Estado desea que el mundo crea". Tomándose en serio la acusación de Du Bois, Juliana Spahr insufla nueva vida a viejas cuestiones al explorar cómo los intereses estatales han dado forma a la literatura estadounidense. ¿Cuál es la relación entre literatura y política? ¿Puede la escritura ser revolucionaria? ¿Puede el arte ser autónomo, o es imposible escapar de las naciones y los nacionalismos?

El telegrama de Du Bois reúne un amplio abanico de fuerzas institucionales implicadas en la producción literaria, prestando especial atención a tres épocas de la escritura que trataron de desafiar las ortodoxias políticas impugnando las convenciones lingüísticas: el modernismo de vanguardia de principios del siglo XX; la escritura de los movimientos sociales de las décadas de 1960 y 1970; y, en el siglo XXI, la profusión de obras en lengua inglesa que incorporan lenguas distintas del inglés. Spahr muestra cómo estas literaturas intentaron afirmar su autonomía, sólo para ser clausuradas por el acoso del FBI o cooptadas por los propagandistas de la CIA y el Departamento de Estado. Los aliados liberales del Estado, como las fundaciones Ford y Rockefeller, hicieron cómplices a los escritores financiando obras multiculturalistas que celebraban la diversidad y la asimilación, al tiempo que mataban de hambre los esfuerzos radicales antiimperiales, antirracistas y anticapitalistas.

Spahr no niega los encantos del arte políticamente comprometido. Pero su estudio afirma una realidad aleccionadora: la resistencia estética es fácilmente domesticable.