The Sun Climbs Slow: The International Criminal Court and the Struggle for Justice
Una poderosa investigación sobre la historia y las personas que se esconden tras la negativa de Estados Unidos a reconocer el derecho internacional, y una indagación sobre el papel urgente de la justicia penal internacional, de la galardonada autora del bestseller Largas sombras.
En esta investigación pionera, Erna Paris explora la historia de la justicia global, la política que hay detrás de la oposición de Estados Unidos a la creación de un tribunal penal internacional permanente y las implicaciones para el mundo en general.
A finales del siglo XX se produjeron dos acontecimientos extraordinarios. El primero fue el final de la Guerra Fría, que dejó al mundo con un único imperio que dominaba los asuntos mundiales con puño de hierro. El segundo acontecimiento fue el nacimiento de la Corte Penal Internacional, el primer tribunal permanente de este tipo. La CPI persigue los crímenes contra la humanidad, los crímenes de guerra y el genocidio. Su mandato es hacer frente a la impunidad y exigir responsabilidades por los peores crímenes conocidos.
Pero el 11 de marzo de 2003, cuando se inauguró el nuevo tribunal en una emotiva ceremonia, hubo un país que brilló por su ausencia en las celebraciones. El gobierno de Estados Unidos había dejado claro que el Tribunal Penal Internacional no era coherente con los objetivos y valores estadounidenses.
El sol sube despacio aborda un dilema emergente del siglo XXI: la tensión entre el poder político incontestado y el imperio de la ley internacional.
El legado del siglo XX es de una brutalidad sin igual. En el lapso de un siglo, hemos sido testigos del genocidio de civiles armenios por los turcos en 1915; del asalto asesino japonés a Nanjing, China, en 1937; del Holocausto nazi contra los judíos a mediados de siglo; del horror especial de los crímenes de Josef Stalin contra su propio pueblo; el apartheid en Sudáfrica; la aniquilación de millones de camboyanos por su compatriota Pol Pot; las grotescas crueldades de Idi Amin en Uganda; los despiadados genocidios de Yugoslavia y Ruanda; y la vergüenza permanente de Darfur, el Congo y las demás regiones en guerra del continente africano. ¿Cuál es, pues, la sencilla y poderosa idea que subyace a esta gran reunión? El mandato de la Corte Penal Internacional es procesar a los autores de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, los delitos más graves jamás codificados, lo que la convierte en un recién nacido con suficiente músculo como para influir en la forma en que las naciones, y especialmente sus dirigentes, se plantean sus decisiones. Se le ha encomendado la misión de luchar contra la secular lacra de la impunidad criminal, en nombre de los pueblos del mundo.
--del El sol sube despacio
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)