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El libro «The King and The Catholics and The Fight for Rights in 1829» («El Rey y los católicos y la lucha por los derechos en 1829»), de Lady Antonia Fraser, ofrece un relato exhaustivo y bien documentado del movimiento de emancipación católica en Inglaterra hasta el crucial año de 1829. Describe vívidamente figuras y acontecimientos históricos significativos, mostrando el complejo panorama político y social de la época. La narración es atractiva e incluye momentos humorísticos, lo que la convierte en una lectura informativa pero a veces difícil para quienes no estén familiarizados con la época.
Ventajas:Contenido exhaustivo e informativo.
Desventajas:Estilo de escritura atractivo con momentos de humor.
(basado en 19 opiniones de lectores)
King and the Catholics - The Fight for Rights 1829
Los disturbios de Gordon de 1780 fueron los peores disturbios civiles de la historia británica, causando 285 muertos y saqueos generalizados en el centro de Londres. Los disturbios habían comenzado como una protesta anticatólica contra la Ley Papista de dos años antes, que pretendía reducir la discriminación oficial contra los católicos británicos tras más de cien años de sanciones contra ellos. Los disturbios se produjeron en plena Guerra de Independencia, en la que Gran Bretaña luchaba contra los rebeldes estadounidenses, Francia y España. Crearon una atmósfera de temor ante el intento deliberado de Francia (católica) de desestabilizar Gran Bretaña ante una inminente invasión francesa.
En este contexto se desarrolló la batalla de 50 años por la emancipación católica, que culminó en la Ley de Ayuda a los Católicos Romanos de 1829. El gobierno de William Pitt había caído en 1806 a causa de esta ley, un asunto muy delicado durante las guerras napoleónicas. Su aprobación fue el resultado de una enérgica campaña del abogado irlandés Daniel O'Connell, que contó con el firme apoyo del Primer Ministro -nada menos que el duque de Wellington-, así como de los whigs y los tories liberales. La ley permitía a los católicos sentarse en el Parlamento de Westminster, algo que se le negó a O'Connell cuando obtuvo un escaño por Clare en las elecciones parciales de 1828. Robert Peel, ministro del Interior, que hasta entonces se había opuesto a la emancipación (y que en 1815 había retado a duelo a O'Connell), llegó a la conclusión de que, aunque «la emancipación era un gran peligro, la lucha civil lo era aún más». Temiendo una revolución en Irlanda, Peel redactó el proyecto de ley de ayuda a los católicos y lo hizo aprobar por la Cámara de los Comunes. Para superar la vehemente oposición de la Cámara de los Lores y del rey Jorge IV, el duque de Wellington trabajó incansablemente para garantizar su aprobación en los Lores y amenazó con dimitir como Primer Ministro si el Rey no daba el Asenso Real.
La Inglaterra de 1828 era una nación en la que la inmensa mayoría del pueblo creía en el derecho divino de los reyes, en la legitimidad de una nobleza hereditaria y en los derechos y privilegios de la Iglesia anglicana. El sistema permaneció prácticamente intacto hasta que se derrumbó repentinamente en 1828, porque la emancipación católica socavó su puntal simbólico central, la supremacía anglicana. Las consecuencias fueron enormes: la ruptura de todo un orden social, la pérdida del predominio de una visión del mundo. Su consecuencia inmediata fue que la emancipación dividió a los antirreformistas sin remedio y mermó su capacidad para bloquear futuras leyes de reforma, especialmente la Gran Ley de Reforma de 1832, tema del magnífico libro de Antonia Fraser Perilous Question.
El rey y los católicos es una apasionante historia narrativa de personajes. Es también un espejo lejano de nuestro tiempo, que plantea la cuestión permanente de equilibrar los derechos religiosos del individuo frente a la contravención de las leyes del país.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)