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El libro ofrece un relato detallado y atractivo del primer Tour de Francia, que abarca la historia, los corredores y las condiciones del deporte ciclista de principios del siglo XX. Aunque resulta especialmente cautivador para los aficionados al ciclismo y a la historia, su nivel de detalle puede abrumar a algunos lectores. La narración ofrece una visión de la importancia cultural de la carrera, sus desafíos y los extravagantes acontecimientos que marcaron su inicio.
Ventajas:⬤ Muy detallado y atractivo, especialmente para los aficionados al ciclismo
⬤ contexto histórico bien documentado
⬤ relatos entretenidos sobre los primeros corredores
⬤ bien empaquetado y recibido en buenas condiciones
⬤ un relato colorista del ambiente ciclista de la época
⬤ bueno para la lectura de verano.
⬤ Puede tener demasiados detalles para algunos lectores
⬤ el comienzo puede tener un ritmo lento
⬤ no recomendado para quienes no estén interesados en el ciclismo
⬤ falta orientación sobre la pronunciación en francés
⬤ puede resultar pesado para algunos lectores.
(basado en 14 opiniones de lectores)
The First Tour de France: Sixty Cyclists and Nineteen Days of Daring on the Road to Paris
Desde sus inicios, el Tour de Francia de 1903 fue un acontecimiento lleno de color. Lleno de aventuras, percances y audaces intentos de hacer trampas, fue una carrera para recordar.
A los ciclistas de la época no les entusiasmaba la idea de participar en esta carrera heroica por carreteras más aptas para los cascos que para las ruedas, con bicicletas de hasta treinta y cinco libras de peso y un solo piñón fijo, durante tres semanas enteras. Para reunir un número suficiente de corredores había que pagar a aficionados desempleados de los suburbios de París, entre ellos un carnicero, un deshollinador y un acróbata de circo. Desde Maurice el Bulldog Blanco Garin, un francés de origen italiano del que se decía que sus padres lo habían cambiado por una ronda de queso para introducirlo de contrabando en Francia cuando tenía catorce años, hasta Hippolyte Aucouturier, que parecía un villano de una película de Buster Keaton con su maillot de rayas horizontales y su bigote de manillar, los ciclistas eran un grupo extraordinario.
El recorrido, que comenzó en el barrio parisino de Montgeron, llevó a los intrépidos ciclistas a través de Lyon, por las colinas de Marsella, Toulouse, Burdeos y Nantes, para terminar con gran algarabía en el Parque de los Príncipes de París. Nada hacía presagiar que este destartalado pelotón ciclista atraería a multitudes que se agolparían en las carreteras llenas de baches de Francia para vitorear a los primeros héroes del Tour. Pero así fue y, gracias a una artimaña de marketing, el ciclismo nunca volvió a ser el mismo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)