
The Barefoot Eulogist: Speaking a Good Word While Standing on Holy Ground
Elogio deriva del griego eu y logos, que significa "buena palabra". Un elogio es una buena palabra sobre una persona que ha muerto, generalmente pronunciada durante un funeral o servicio conmemorativo, o a veces en un servicio de entierro junto a la tumba. Durante mis 33 años como pastor de Village Baptist Church en Bowie, Maryland, pronuncié muchos panegíricos para miembros de la iglesia, antiguos miembros de la iglesia, familiares de miembros de la iglesia y otras personas de la comunidad. A lo largo de los años también he pronunciado elogios para miembros de mi propia familia: mi abuela, mi cuñada, mi padre, mi hermana y mi cuñado. Servir como panegirista es uno de mis ministerios más importantes y significativos.
El propósito de un panegírico es triple: expresar nuestro dolor, recordar a la persona fallecida y elevar nuestra esperanza cristiana. Mi objetivo al escribir y pronunciar el elogio es contar la historia de la persona con honestidad y compasión, y consolar a la familia y a los amigos con la seguridad de la presencia de Dios y nuestra esperanza de vida eterna.
Un panegírico puede incluir reflexiones sobre pasajes de las Escrituras, pero la atención se centra en la persona a la que se recuerda y en nuestra esperanza cristiana ante la pérdida. A diferencia de los sermones, en los que a menudo utilizo ilustraciones de mi propia vida, los panegíricos cuentan las historias de otra persona, y trato de minimizar mis propias huellas, excepto en relación con la persona a la que se recuerda.
Los panegíricos son más reflexivos y menos didácticos que los sermones. Nos invitan a reflexionar sobre la vida de personas que ya no están con nosotros, pero cuya influencia aún se deja sentir. Los elogios buscan la presencia de Dios tras la pérdida. Hablan bien tanto de las personas recordadas como del Dios que las sostiene -y nos sostiene-.
El panegirista habla en nombre de la persona que ya no está con nosotros, y en nombre de la familia y amigos de esa persona, y sí, el panegirista habla en nombre de Dios. Es una gran responsabilidad hablar en nombre de los demás, y sin embargo se puede hacer. Aunque conozca a la persona fallecida, intento aprender todo lo que puedo sobre ella.
El propósito de este libro es ofrecer ejemplos de los panegíricos que he pronunciado, con la esperanza de que estos ejemplos puedan ayudar a otros panegiristas en el arte y el oficio de escribir tributos a los que han muerto, proporcionar consuelo a los que están de duelo, y elevar la promesa cristiana de la vida eterna.
Los familiares supervivientes me han dado permiso para compartir estos panegíricos de sus seres queridos, tanto para recordarlos como para ayudar a otros. Al final de cada capítulo, ofrezco algunas reflexiones sobre el panegírico pronunciado, como forma de incitar al lector a reflexionar sobre cómo se elaboró y cómo los principios básicos de la redacción de un panegírico pueden adaptarse a cada circunstancia particular.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)