El niño de las nieves

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Título original:

Child of the Snows

Contenido del libro:

El Niño de las Nieves revive el mundo de una comunidad aymara del siglo XVI, una pequeña parte del poderoso imperio inca. Comienza con un par de buscadores de tesoros del siglo XX que encuentran la tumba de un niño en el nevado Cerro El Plomo, en el sur de Chile, y continúa con la ceremonia de bautizo de un niño aymara, K'uchi-Wara. Aprendemos mucho sobre la cultura de la comunidad, que celebra al hijo del jefe Lupaka con fiestas, canciones y discursos ingeniosos. A medida que K'uchi-Wara crece, vemos cómo los lazos se desarrollan de forma natural en este grupo tan unido. Los aldeanos cuidan de sus alpacas, cambian lana por comida, enseñan a los niños sus deidades de las montañas. Los niños juegan, compiten, sueñan, se quejan y preguntan. La vida es plena hasta que el joven K'uchi-Wara mata a un puma blanco y atrae la atención de los señores Inka. A los ocho años, es elegido para convertirse en qhapaq hucha, una ofrenda a las deidades Inka.

Mientras recorre con sus padres, sacerdotes y un funcionario inka los cinco millones de escalones que conducen al Cerro El Plomo, K'uchi-Wara interroga a los camelleros, entabla amistad con otros qhapaq huchas, ve templos y enormes centros urbanos, cuevas excavadas y túneles, y observa los intrincados patrones de servicios que el Inka exige a los diversos pueblos conquistados: servicios que proporcionan grano a las zonas áridas, pescado a las del interior, lana de alpaca a lugares donde los animales no prosperan. Él, y sobre todo sus padres, también ven hasta qué punto el Inka mantiene el control de su vasto imperio, y lo impotente que sería cualquier jefe lupaka frente a ese control.

La experiencia de Besom como antropólogo, y en particular como estudioso de los sacrificios humanos inkaicos, le lleva a crear personajes cuyas cuestiones más profundas reciben una cuidadosa atención. ¿Creen realmente los sacerdotes y funcionarios la mitología que enseñan? ¿Es la creencia una forma de racionalización, una manera de vivir con acciones cuya verdadera intención es intimidar? ¿Cómo afronta una madre su rabia cuando le dicen que es un honor perder a su único hijo? ¿Cómo afronta un niño el hecho de saber que su propia muerte -y «elevación»- ocurrirá pronto? ¿Y qué pasa con los sacerdotes encargados de mantener la pureza de los qhapaq hucha mientras viajan?

El Niño de las Nieves se hace estas y otras preguntas, aun cuando mira con admiración el sistema creado por los inkas, y aun cuando marca el fin de ese imperio, pronto conquistado por hombres pálidos con armas, barcos que cruzan el océano y una religión diferente. Cada capítulo del libro se abre con una imagen extraída de las crónicas del siglo XVI de Felipe Guamán Poma de Ayala, hijo cristiano de la nobleza quecha y el primero en documentar la dura transición de un imperio a otro.