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Lingering in the Word
«Si mi pueblo, llamado por su nombre, se humilla y ora y busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos y perdonaré su pecado y sanaré su tierra».
~2 Crónicas 7:14 NVI.
Al convertirse en rey, Dios había concedido a Salomón la sabiduría que había pedido, y eso es evidente en la oración de dedicación de Salomón al terminar el templo. El rey era sabio; conocía a su pueblo, su propensión al pecado y al mal; su tendencia a ignorar a Dios durante los períodos de prosperidad y paz. Pero el Dios que los creó los conocía aún más. Su historia de vacilación entre la obediencia y la desobediencia estaba grabada en las crónicas de su existencia.
En su omnisciencia, Dios estableció las condiciones que debían cumplir para que Él los rescatara cuando se enfrentaran a los desastres y dificultades de la vida. Era tan sencillo entonces como lo es hoy: Dios escucha y sana cuando somos humildes, cuando oramos, cuando buscamos su rostro y nos apartamos de nuestra maldad.
A menudo es útil alejarse y dedicar tiempo a la reflexión y la meditación. Desde la oscuridad de nuestro secuestro, descubrimos luces que de otro modo habríamos pasado por alto.
Quizá, al final, descubramos lo que significa estar en el mundo, pero no ser de él.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)