El mundo contra Todd McFarlane

Título original:

The World vs Todd McFarlane

Contenido del libro:

Es difícil encontrar a alguien interesado en los cómics y su historia que no haya oído hablar de los problemas legales de Todd McFarlane, pero muy pocos fuera del círculo cercano de McFarlane saben a cuántos pleitos judiciales se enfrentaba a finales de los años noventa. Prácticamente todos los casos judiciales de McFarlane se reducían a tres decisiones, tomadas sólo por él.

La primera fue bautizar a un mafioso de su cómic Spawn con el nombre de un jugador de hockey, Tony Twist. La segunda fue contratar a Neil Gaiman para que escribiera un único número de Spawn y la tercera llegó cuando decidió comprar todos los activos restantes de Eclipse Comics en su venta por quiebra. La primera decisión condujo al juicio de Tony Twist, y las dos últimas a que Neil Gaiman presentara una demanda y, en última instancia, ganara una parte del universo de Spawn y el tan buscado por algunos personaje Miracleman.

El juicio de Tony Twist fue el comienzo de un largo periodo de incertidumbre para Todd McFarlane y estuvo a punto de hundir el imperio que tanto le había costado construir.

En su peor momento, McFarlane luchaba por salvar sus empresas, conservar sus personajes y simplemente sobrevivir. Se enfrentaba a batallas desde varios frentes, desde gente a la que no conocía personalmente, en la forma de Tony Twist, hasta aquellos con los que había colaborado, en la forma de Neil Gaiman y también en los tribunales de quiebra.

Está claro que el combate que más le costó, en términos puramente financieros, fue el que le planteó Tony Twist. Tardaría años, y millones de dólares, en resolverse finalmente. Pero el pleito que potencialmente más le perjudicó, tanto personal como profesionalmente, fue el entablado por Gaiman, ya que dio la impresión de que McFarlane se había apropiado de personajes creados por Gaiman (aunque dentro de los confines del universo Spawn, junto con Miracleman, pero eso es un libro en sí mismo) sin la debida contabilidad, permiso o pagos.

Para la industria del cómic en general, esto demostraba que McFarlane no era mejor que las empresas contra las que había luchado durante años: Marvel y DC Comics. Tuvieron que pasar casi dos décadas para que McFarlane saliera indemne de estas luchas. Salió maltrecho, magullado, acusado de hipocresía y con su reputación seriamente dañada, pero no totalmente derrotado.

A pesar de quienes deseaban ver a McFarlane caer completamente en desgracia, salió relativamente intacto.