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Man's Most Dangerous Myth: The Fallacy of Race
EL MITO MÁS PELIGROSO DEL HOMBRE - La falacia de la raza Por M. F.
ASHLEY MONTAGU. PRÓLOGO DE ALDOUS HUXLEY: EL LIBRO DEL DR. El libro de ASHLEY MONTAGU posee dos grandes méritos que raramente se encuentran en las discusiones actuales sobre los problemas humanos.
Donde la mayoría de los autores simplifican en exceso, él insiste en el principio de la causalidad múltiple e interrelacionada.
Y donde la mayoría asume que los hechos hablan por sí mismos, él deja claro que los hechos son meros muñecos de ventrílocuo, y que se puede hacer que justifiquen cualquier curso de acción que apele a las pasiones socialmente condicionadas de los individuos implicados. Estas dos verdades son suficientemente obvias, pero rara vez se reconocen, por la buena razón de que son muy deprimentes.
Reconocer la primera verdad es reconocer el hecho de que no hay panaceas y que, por lo tanto, la mayoría de las promesas doradas de los reformistas políticos y los revolucionarios son ilusorias. Y reconocer la verdad de que los hechos no hablan por sí mismos, sino sólo como dictan las pasiones socialmente condicionadas del hombre, es reconocer que nuestros actuales procesos educativos pueden hacer muy poco para mejorar el estado del mundo. En el lenguaje de la teología tradicional, mucho más realista en muchos aspectos que las filosofías liberales que la sustituyeron, la mayor parte de la ignorancia es voluntaria y depende de actos de la voluntad consciente o subconsciente.
Así, las falacias que subyacen a la propaganda del odio racial no se reconocen porque, como dice el Dr. Montagu señala que la mayoría de la gente tiene el deseo de actuar agresivamente, y los miembros de otros grupos étnicos son víctimas convenientes, a las que se puede atacar con buena conciencia. Este deseo de actuar agresivamente tiene su origen en las frustraciones, en gran medida inevitables, que imponen al individuo los procesos de educación temprana y de adaptación posterior al entorno social.
El Dr. Montagu podría haber añadido que la agresividad paga un dividendo mayor en satisfacción emocional que la cooperación.
La cooperación puede producir un leve resplandor emocional, pero entregarse a la agresividad puede equivaler a una borrachera o a una orgía sexual. En nuestras sociedades industriales, la bondad de la vida se mide por el número y la intensidad de las emociones experimentadas. La filosofía popular se moldea y se expresa en las páginas publicitarias de las revistas populares.
Significativamente, la palabra que aparece con más frecuencia en esas páginas que cualquier otra es emoción.
Al igual que el sexo y el alcohol, la agresividad puede provocar enormes emociones. En las condiciones sociales existentes, es fácil representar la agresividad como algo bueno. En cuanto a los remedios para las enfermedades sociales que tan penetrantemente ha diagnosticado, el Dr.
Montagu dice muy poco, excepto que tendrán que consistir en algún proceso de educación. Pero, ¿qué proceso? Es de esperar que responda ampliamente a esta pregunta en otra obra.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)