Puntuación:
El libro ha sido muy elogiado por sus ideas prácticas y transformadoras sobre cómo vivir en la presencia de Dios, haciendo hincapié en la atención continua y el amor a Dios y a los demás. Muchos críticos lo encontraron inspirador y fácil de leer, y lo consideraron una lectura obligada para los cristianos que buscan crecimiento espiritual. Sin embargo, hubo algunas críticas relativas a problemas con la copia física, como páginas mal impresas, y algunos lectores consideraron que el contenido no cumplía sus expectativas.
Ventajas:⬤ Muy práctico y útil para la vida diaria
⬤ lectura fácil e inspiradora
⬤ fomenta la atención continua a Dios
⬤ ideas que cambian la vida
⬤ recomendado por pastores
⬤ rápido de leer
⬤ beneficioso para el crecimiento espiritual y la oración.
Problemas con algunas copias físicas (por ejemplo, páginas fuera de orden); algunos lectores lo encontraron decepcionante o no valía la pena el esfuerzo.
(basado en 25 opiniones de lectores)
The Game with Minutes
El juego de los minutos (1953), del misionero Frank C. Laubach, es una breve obra que pide a los cristianos que lleven a Cristo a cada minuto de su día. En lugar de enfocar este objetivo como una tarea, el libro lo trata como un juego que alimentará el alma del practicante y le conducirá a una relación mayor y más gozosa con Cristo.
El misionero, escritor y defensor literario estadounidense Frank C. Laubach (1884-1970) pasó gran parte de su vida construyendo iglesias evangélicas y difundiendo el cristianismo por Filipinas. Como parte de su labor religiosa, también puso un gran énfasis en la alfabetización, desarrollando un método de "cada uno enseña a otro" que animaba a los nuevos lectores a ayudar a los demás. Su labor dio lugar a una explosión de la alfabetización en toda la isla.
Durante su labor misionera en la ciudad filipina de Dansalan (rebautizada Marawi en 1956), Laubach escribió una serie de cartas a su padre. En una de ellas, fechada el 20 de enero de 1930, menciona por primera vez su nuevo plan de llevar a Cristo a cada minuto de su vida. Tras experimentar una mayor sumisión a Dios, Laubach descubrió un gran crecimiento y renovación espiritual.
Pocos años después de escribir esa carta, publicó este breve tratado, El juego con los minutos, en Filipinas. Inmediatamente queda claro que lo que comenzó como un experimento personal se había convertido en una filosofía que estaba ansioso por compartir con el mundo. Para acercar a los cristianos a Dios, Laubach recomienda una estrategia en dos partes que hará que Cristo entre más plenamente en sus vidas. Tomando como guía a los discípulos, a quienes se pidió que pasaran cada hora hablando, trabajando, descansando, comiendo y estando con Cristo, sugiere una estrategia en dos partes para el cristiano moderno.
En primer lugar, sugiere una hora diaria de estudio para leer y releer la vida de Jesús en los Evangelios. Y en segundo lugar, pide al lector que recuerde a Cristo al menos un segundo de cada minuto, invitándole a participar en todo lo que hacemos. Esta práctica permite a los cristianos seguir viviendo su vida normal, sin restar nada a su trabajo o su ocio, pero llevando a Cristo a su vida cotidiana.
"Llamamos a esto 'juego'", escribe, "porque es una experiencia deliciosa y un ejercicio espiritual estimulante; pero pronto descubrimos que es mucho más que un juego".
Laubach incluye recomendaciones para jugar al juego, con formas de incorporar pensamientos de Cristo en la iglesia, mientras se camina por la calle, entre una multitud, en una conversación, a la hora de comer, mientras se lee o se estudia, al pensar, justo antes de dormir, y mucho más. Mediante este pensamiento constante, explica Laubach, podemos encontrar una mejor relación con Cristo, mentes más puras, mayor satisfacción y tranquilidad mental, y menos celos, rencores y prejuicios.
Pero estas recompensas no son gratuitas. Hay que esforzarse y perseverar para seguir el juego. Está la entrega de nuestras voluntades a Dios. Y propone la exigencia de difundir el juego a otras personas a las que pueda ayudar.
Laubach creía que este juego podía tener un enorme impacto en el mundo, así como en el individuo. Entre sus contemporáneos, observó que menos de la mitad de los cristianos asistían regularmente a los servicios religiosos y que los sermones que escuchaban sólo hablaban de Cristo ocasionalmente.
"Menos de diez minutos a la semana dedicados a pensar en Cristo por una sexta parte de la gente no está salvando ni a nuestro país ni a nuestro mundo; porque el egoísmo, la avaricia y el odio están recibiendo mil veces esa cantidad de pensamiento. Lo que una nación piensa, eso es".
Su esperanza era que, jugando, los cristianos se convirtieran en una fuerza más poderosa para el bien, no a través de la coerción o el proselitismo, sino llevando a Cristo a cada minuto del día y a cada interacción en el mundo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)