El expediente Taylor

Título original:

The Taylor File

Contenido del libro:

Fue el Eisenhower de su época. Contra todo pronóstico, este soldado apolítico fue enviado a la Casa Blanca en 1848 en una ola de entusiasmo histérico por su victoria sobre México y la adquisición de vastas tierras que se convertirían en el Oeste americano. Esas tierras también predecirían, como una maldición de un drama griego, la prematura muerte de Zachary Taylor.

La fecha también fue significativa, ya que en enero de 1848 se descubrió oro en California. Miles de personas navegaron por Sudamérica o caminaron por tierra hasta los campos de oro. La codicia se extendió como un reguero de pólvora, desde la aldea más pequeña hasta las grandes corporaciones de la época, esas plantaciones de algodón en Georgia, de azúcar en Luisiana o de arroz en Carolina del Sur. La tierra vacía significaba expansión, y la expansión significaba la extensión de la esclavitud. Como Zachary Taylor poseía un centenar de esclavos y una plantación de algodón de 2.000 acres en Mississippi, los políticos favorables a la esclavitud pensaron que tenían a su hombre.

No podían estar más equivocados. Olvidaron que se trataba de un veterano de cuarenta años del ejército de frontera que veía el país como un todo, no por secciones. Era un hombre de acción, no de palabras. Él solo consiguió que California entrara en la Unión como estado libre, evitando el estatus territorial. Y habría hecho lo mismo con Nuevo México, si no hubiera estado enfermo el día en que la constitución del estado de Nuevo México, que solicitaba la admisión como estado libre, llegó a San Luis y nunca se le volvió a ver.

Hubo otros misterios esa primera semana de julio de 1850, cuando Taylor murió después de comer cerezas frescas y beber leche fría en la Casa Blanca el 4 de julio. Sabiendo lo crítico que sería el transporte para California, había negociado un tratado con Inglaterra para construir un canal a través de Nicaragua. El Senado lo ratificó. Se confirmaron los contratos con los ingenieros. Taylor firmó el tratado el 5 de julio. Luego, al igual que con la constitución del estado de Nuevo México, desapareció. Lord Balfour emitió una «contradeclaración», introducida en los archivos estadounidenses tras la muerte de Taylor el 9 de julio. Nadie pareció darse cuenta de esta anulación de un tratado ratificado. Los ciudadanos estadounidenses tuvieron que esperar hasta 1914 para el Canal de Panamá, y Nuevo México no se convirtió en estado hasta 1912.

Durante el breve gobierno de Taylor, la principal amenaza política fue el «Compromiso» de Henry Clay, que contenía la infame «Ley del Esclavo Fugitivo», que anulaba el habeas corpus y el juicio por jurado. Preparaba el camino a una guerra civil. Clay sabía que Taylor la vetaría, y se tomó pocas molestias para ocultar su odio al Presidente. Dicha «ley» (aprobada tras la muerte de Taylor) soltó a los cazarrecompensas federales para que merodearan por los estados fronterizos y secuestraran esclavos por diez dólares la cabeza.

Aún más inmediatas fueron las amenazas físicas a Taylor por parte de dos congresistas de Georgia, incluso mientras yacía enfermo en la Casa Blanca. Texas amenazaba con la secesión. Taylor respondió con su propia amenaza de dirigir él mismo un ejército hasta allí si Texas intentaba destruir la Unión. En cuanto a sus visitantes en el Congreso, el corpulento Robert Toombs y su pequeño y vicioso compinche Alexander Stephens, amenazó con «ahorcarlos con menos reticencia de la que había ahorcado a los espías en México». Stephens intentó destituir a Taylor, y el Congreso votó una moción de censura incluso mientras Taylor agonizaba.

También estaba la presencia del Dr. Thomas Miller, «el médico de los presidentes», que había sido acusado de mala praxis en la muerte del presidente Harrison nueve años antes. Quizá no fuera una coincidencia que el Dr. Miller construyera una casa al lado de la suya en la calle F de Washington (conectadas por un pasadizo) que alquiló a Robert Toombs, cuyo amigo Stephens era un visitante frecuente. El Dr. Miller seguía en la Casa Blanca cuando Lincoln fue elegido. Advertido de que Miller había matado tanto a Harrison como a Taylor, Lincoln le despidió de inmediato y puso una guardia armada alrededor de su casa durante el resto de la guerra. No es de extrañar que hubiera preguntas. No es de extrañar que estas preguntas, planteadas por una familia nunca satisfecha por el diagnóstico de «gastroenteritis» (especialmente de un viejo soldado famoso por tener «la digestión de un