El Espíritu de la Verdad: La Eterna Presencia de Dios fuera del mundo

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Título original:

The Spirit of Truth: God's Unworldly Eternal Presence

Contenido del libro:

La mayor parte del Antiguo Testamento está dedicada a la historia de la Nación elegida por Dios a través de la cual el Mesías vendría al mundo para bendecir a todas las naciones. El Nuevo Testamento está dedicado a la historia del hombre que esa nación produjo y cómo su vida, muerte y resurrección dan esperanza a la humanidad pecadora a través de su reino. Vemos la genealogía del hombre Jesús trazando su linaje desde Dios a través de Abraham (Mateo 1:1).

Juan el bautizador habló de que el reino estaba cerca y del que vendría después de él, que bautizaría con el Espíritu Santo. Ese era Jesucristo. Dijo a sus apóstoles que moriría, pero que resucitaría al cabo de tres días; y que, después de su resurrección, enviaría el Espíritu de la verdad, que el Padre les había prometido. Y serían bautizados con el Espíritu Santo. Les dijo que no estarían solos y desamparados en el mundo. Les dijo que les enviaría un ayudante, un maestro y un consolador para sostenerles y ayudarles en el cumplimiento de la misión de la Iglesia.

A este ayudante lo llamó Espíritu Santo. El propósito del Espíritu Santo sería guiarlos a toda la verdad y recordarles todo lo que Jesús había dicho y hecho. Les ordenó que esperasen en Jerusalén hasta que hubiesen recibido la promesa del Padre (Hch 1,3-5; 1,8).

Todas las profecías y promesas del Antiguo Testamento se hicieron realidad, como se registra en el segundo capítulo de los Hechos. Los apóstoles esperaban tal como Jesús les había dicho que esperasen. Fue el día de Pentecostés en la ciudad de Jerusalén (aproximadamente en el año 33 d.C.) cuando los apóstoles fueron bautizados con el Espíritu Santo. Fueron sumergidos en el Espíritu Santo. Fueron inundados por el Espíritu Santo y hablaron las palabras de salvación por medio de Jesucristo a todas las naciones (Hechos 2:1-4).