El espectáculo del castigo: Lecciones de un siglo de películas sobre prisiones

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Título original:

The Spectacle of Punishment: Lessons from a Century of Prison Films

Contenido del libro:

Nuestro panorama mediático contemporáneo ofrece un suministro interminable de historias protagonizadas por el crimen, el caos y el castigo. El cine carcelario es tan popular como siempre, y nos permite sentir que hemos vivido la cárcel sin el peligro de tener que ir allí. Cuando consumimos regularmente estos relatos, llegamos a creer cosas sobre el sistema de justicia penal que no sólo son falsas, sino increíblemente problemáticas.

Las cárceles de la televisión son espacios terroríficos llenos de monstruos aterradores alojados junto a buenos tipos ocasionales que buscan la redención. El desequilibrio es difícil de pasar por alto.

Por cada forajido que busca la redención hay una docena de malos que buscan victimizarlo. Como espectadores, no podemos evitar salir de estas representaciones con la sensación de que las cárceles deberían ser más duras y restrictivas. El espectáculo del castigo traza un mapa de este proceso, revelando por qué llegamos a creer lo que creemos y cómo esas creencias influyen en el mundo.

El entorno carcelario en las producciones de Hollywood está diseñado para ajustarse a uno de estos tres marcos: la cárcel como patio de recreo, la cárcel como penitencia o la cárcel como paradoja. En las películas y series de televisión de patio de recreo, la cárcel es un espacio donde todo vale y donde apenas hay disciplina, una situación que permite a los malos soñados por Hollywood vivir a lo grande mientras están encarcelados. Las producciones de la cárcel como penitencia muestran a los espectadores un entorno carcelario peligroso que sirve tanto para redimir a los forajidos dispuestos a cambiar como para contener a los que, de lo contrario, desatarían sus impulsos siniestros en la sociedad si fueran puestos en libertad. La prisión como paradoja muestra un espacio penitenciario que no sólo es ineficaz para rehabilitar a los delincuentes, sino que además garantiza el empeoramiento de su criminalidad. Nuestra demanda de una oferta inagotable de espectáculos de castigo nos ha dejado lamentablemente desinformados sobre el funcionamiento del sistema penitenciario estadounidense, partidarios de su expansión permanente y convencidos de que las prisiones y las cárceles son demasiado blandas y poco restrictivas.