El determinismo y sus descontentos: Moral, religión y la necesidad de la libertad de la voluntad

Título original:

Determinism and Its Discontents: Morality, Religion, and the Need for Freedom of Will

Contenido del libro:

La posición determinista es que todos los acontecimientos son efectos de acontecimientos anteriores y causas de acontecimientos futuros, en secuencias inexorables de causa-efecto, que no dejan lugar a la intervención de nada fuera de la corriente de relaciones causales, como el libre albedrío, por lo que la responsabilidad moral carece de sentidoLos libertarios creen en la libertad de la voluntad que, para ellos, es indispensable para la responsabilidad moral. Esta controversia sólo puede resolverse distinguiendo claramente entre dos tipos de libertad.

En el lenguaje común, libertad significa libertad frente a la coacción o la compulsión, lo que puede designarse como libertad contra-constreñimiento. El segundo significado de la libertad es la libertad frente a la causalidad, que se ha denominado libertad contracausal, y éste es el significado inherente al concepto de libertad de la voluntad. Si tenemos libertad contracausal, podemos elegir o decidir actuar con independencia de las condiciones antecedentes, incluido nuestro propio pasado.

La distinción entre libertad contracausal y libertad contraconstractual es la clave para resolver la controversia entre determinismo y libertarismo. La ausencia de libertad contracausal prevalece en el plano teórico, conceptual, objetivo, abstracto o tal como es, mientras que la libertad contraconstractual funciona en el plano práctico, conductual, subjetivo, concreto o como si fuera. Todo lo que necesitamos para la responsabilidad moral es libertad contra-constractual, y no libertad contra-causal. En el nivel "como es", no hay ni libertad ni dignidad, ni moralidad ni responsabilidad, ni propósito ni significado para la existencia humana. Estos términos sólo tienen sentido en el nivel "como si". En teoría no hay elección entre cursos de acción alternativos a la luz de la ausencia de libertad contracausal; en la práctica sí la hay, en proporción directa a la libertad contracontracausal. Y esa práctica constituye la base de la jurisprudencia penal y del comportamiento moral en general, sin la cual la civilización humana no sobreviviría.