El desfile ha pasado: La vida cotidiana en Gran Bretaña en el siglo XX

Título original:

The Parade's Gone by: Everyday Life in Britain in the twentieth century

Contenido del libro:

'... la verdad de cualquier cosa no reside en el relato que alguien haga de ella.

Se encuentra en todos los pequeños hechos del tiempo. Un anuncio en un periódico,

la venta de una casa, el precio de un anillo.' -Josephine Tey, La Hija del Tiempo.

The Parade's Gone By es la historia de la vida cotidiana en Gran Bretaña en el siglo XX, inspirada en los diarios de un hombre que vivió entre 1878 y 1974. Mi padre descubrió los diarios en un viejo cofre mohoso en una subasta cuando yo era un niño. Si le gusta la idea de ser un viajero en el tiempo, este libro le gustará, porque es un relato diario, como un testigo ocular, de la vida de nuestros bisabuelos.

La historia del siglo XX se ha contado muchas veces y conocemos sus líneas generales: la Inglaterra eduardiana, la Gran Guerra, la Huelga General, el Blitz, el racionamiento, el Rock & Roll, los años sesenta. Este libro cuenta esta historia más amplia, pero desplaza la mirada del lector de lo político, lo económico y lo histórico al detalle local y colorista de la vida familiar ordinaria.

Thomas Sibley fue un viajante de comercio nacido en Londres en 1878. Llevó un diario de cada día de su vida desde 1900 hasta 1972. Cuando nació, Jack el Destripador merodeaba por las calles y, cuando murió, los alunizajes ya eran noticia. Sus diarios son el equivalente a una película de cine de la vida cotidiana en Gran Bretaña en el siglo XX: describe las calles, las tiendas, los cafés, las salas de música, los cines, las pensiones, las ciudades costeras, la comida, la bebida, las visitas al médico, las vacaciones, las enfermedades, las Navidades, los nacimientos, los matrimonios, las muertes.

Este libro no es una biografía de Sibley: es nuestra historia nacional contada a través de la saga de tres generaciones de una familia corriente. Los diarios se utilizan como trampolines, cada entrada como un artefacto descubierto por los alondras en la orilla del Támesis, actuando como puertas de entrada a un mundo más amplio.

Puede que Sibley haya tenido un papel secundario en nuestra vida nacional, pero su historia tiene momentos épicos. Sostuvo en brazos a su padre ahogado junto al lago de Victoria Gardens, Hackney, en 1901. Apretó a su joven amante Annie contra un muro en Ullin Road, Bow, y la besó profundamente. En 1915 vio cómo los zepelines teñían de blanco eléctrico el cielo de Londres. En 1920 nadó en el mar y vio a los juglares en el muelle de Brighton. En 1941, mientras su mujer yacía muerta en el salón, una bomba alemana destrozó su casa. En su lecho de muerte, en los años setenta, cogió su diario de 1900 y leyó sobre sus días de juventud, cuando paseaba en carruaje por las calles de Londres con el fuego de la juventud en los ojos.

La historia cobra vida no en las anécdotas de los grandes, los buenos o los famosos, sino en la hermosa trivialidad de lo cotidiano: cómo hablaban, pensaban y amaban nuestros bisabuelos, cómo pasaban los días en el trabajo y las tardes jugando. Y tal vez la expresión perfecta de la historia social nos venga del diario. Porque sólo cuando trasladamos nuestra mirada desde el espectáculo más amplio a la intimidad del individuo escuchamos y sentimos el verdadero corazón palpitante de nuestra historia nacional.