El crimen en la Segunda Guerra Mundial: chanchullos, sinvergüenzas, granujas y cosas peores

Título original:

Crime in the Second World War: Spivs, Scoundrels, Rogues and Worse

Contenido del libro:

¿Hubo delincuencia en la Segunda Guerra Mundial? En un momento de emergencia nacional, se podría perdonar al ciudadano medio por pensar que los índices de delincuencia disminuirían, ya que todo el mundo intentaba ayudar al esfuerzo bélico. Sin embargo, la realidad fue que los delincuentes vieron en la guerra una oportunidad para aprovecharse de las condiciones de emergencia y aquellos que hasta entonces habían gozado de una reputación intachable se vieron tentados a abandonar el camino recto.

La actividad delictiva no era sólo una ocupación civil. Los servicios militares tenían su cuota de delincuencia y la afluencia de tropas extranjeras agravó el problema. Las tropas estadounidenses y canadienses se vieron transportadas a Gran Bretaña para preparar el Día D.

Solas y lejos de casa, algunas se amotinaron y muchas buscaron otras distracciones. La deserción fue un problema importante, a menudo financiado por la delincuencia.

Profusamente ilustrado con fotografías contemporáneas y modernas, Penny nos transporta a algunos de los crímenes de guerra más infames, como el destripador del apagón, el asesino de la silla de baño y la última persona procesada en Gran Bretaña por brujería. También se adentra en el turbio mundo de los esbirros, las bandas, las prostitutas y los ladrones.

En una época en la que el racionamiento, la escasez y el bombardeo hacían cada vez más difícil alimentar a la familia, era demasiado fácil cruzar la cada vez más difusa línea de la criminalidad. Penny Legg nos muestra cómo y por qué se cometieron delitos durante la Segunda Guerra Mundial y qué fue de aquellos bribones, sinvergüenzas, pícaros y cosas peores que se adentraron en los bajos fondos.