El cielo... ¿Quién es lo bastante bueno para entrar? (Paquete de 25)

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Título original:

Heaven... Who's Good Enough to Get In? (Pack of 25)

Contenido del libro:

¿Alguna vez has oído decir a la gente: "Nunca podré ser lo suficientemente bueno para entrar en el cielo; he metido la pata demasiadas veces"?

Pues tienen toda la razón Por nosotros mismos, no podemos hacer nada para entrar en el cielo. Aunque alguien sea "justo" a los ojos de mucha gente, la Biblia nos dice que nuestras acciones justas son como trapos de inmundicia (Isaías 64:6).

Entonces, ¿cómo podemos entrar en el cielo si somos pecadores y Dios es impecable? Las personas pecadoras no pueden entrar en el cielo, ¿verdad? No, pero las personas perdonadas sí. Dios, en el acto más sacrificado de la historia del mundo, envió a su Hijo unigénito, perfecto y sin pecado para que muriera en nuestro nombre, a pesar de que somos pecadores, para que pudiéramos pasar la eternidad con Él.

La vida en el cielo es un don gratuito.

La Biblia llama a lo que Dios hizo un acto de gracia. La palabra "gracia" significa regalo. La salvación de nuestros pecados es provista gratuitamente por un Dios que nos ama a pesar de nuestra pecaminosidad. "Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva gratuita de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 6:23).

No se puede ganar, aprender o merecer la salvación. No es un objetivo a alcanzar, sino un don a recibir. La salvación se basa en la misericordia de Dios, no en el mérito de la humanidad. "Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe. Y esto no es obra vuestra, sino don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9).

Pero hay un problema...

Todos somos pecadores.

"Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Toda persona ha quebrantado los mandamientos de Dios. Aunque usted sea una "buena persona" a los ojos de los demás, sabe que en su corazón hay algo que no está bien. A menudo no hacemos las cosas que realmente deberíamos hacer, y hacemos las cosas que no deberíamos hacer. Estamos "destituidos" del alto estándar de Dios, que es la perfección. Jesús dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5:48).

Todos hemos pecado y, por lo tanto, no podemos salvarnos simplemente viviendo una buena vida. Lo mejor que podamos hacer no es suficiente.

Porque Dios es santo, debe castigar el pecado.

Dios se preocupa por ti hasta el punto de que te está expresando su amor ahora mismo. Pero Él es santo, totalmente único y sin pecado. Es nuestro pecado lo que nos separa del amor de Dios. Su justicia exige que se haga algo con nuestro problema de pecado, porque Dios dice que "de ningún modo exonerará al culpable" (Éxodo 34:7).

Dios no puede simplemente rechazar el pecado o admitir a los pecadores en el cielo porque eso violaría su propia santidad e infringiría su propia ley. Así pues, Dios tenía un dilema. ¿Cómo podía amarnos y al mismo tiempo juzgar nuestro pecado?

La respuesta es la mejor noticia jamás compartida.

Dios resolvió el dilema en la persona de Jesucristo.

Jesucristo es el Hijo único de Dios que vino del cielo a la tierra para revelar el amor de Dios por ti. Es más que un hombre, aunque era plenamente humano. Jesús no era simplemente un hombre de Dios, sino que era el Dios-hombre: 100% Dios y 100% hombre.

La Biblia declara que "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.... Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1:1, 14).

La última demostración de la deidad de Jesús es la cruz y la resurrección. En ese gran acto de amor al morir en la cruz, Jesús pagó el precio de nuestros pecados y compró un lugar en el cielo para nosotros que ahora ofrece como regalo gratuito. Él tomó nuestro lugar de juicio, y la ira de Dios que arde contra el pecado cayó sobre él: "Por nosotros, Dios hizo pecado a Jesús, que no conoció pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él" (2 Corintios 5:21).

¿Qué significa todo esto?

El hombre puede recibir el perdón de Dios y el don de la vida eterna.

La Biblia declara audazmente: "Cree en el Señor Jesús, y serás salvo" (Hechos 16:31). Sólo mediante la fe podemos conocer el amor y el perdón de Dios.

La fe salvadora implica la decisión de renunciar a todo lo que esperabas que te salvara y, en su lugar, depender completamente de Cristo Jesús para que te salve de las consecuencias de tu pecado. La fe significa que confías en Cristo -nada más, nada menos, nada más- para tu salvación.

Si nunca te has considerado lo suficientemente bueno para el cielo, todo lo que tienes que hacer es aceptar el don de la gracia que Dios te da a través de la muerte sacrificial de su Hijo. Entonces deja que la justicia de Jesús pague por todos tus pecados en su totalidad.

¿Confías sólo en Cristo para tu salvación? Si deseas tener esta certeza de salvación, puedes recibir a Jesucristo ahora mismo expresando tu fe a través de una oración como ésta:

Jesús, soy un pecador y necesito ser salvado por tu gracia. Dejo de confiar en mí mismo y miro hacia ti, que eres el único que puede perdonarme y salvarme. Sé que moriste en la cruz por mi pecado, que fuiste sepultado y que resucitaste para que yo pueda tener vida eterna. Ven a mi vida, Cristo Jesús, y haz de mí la persona que quieres que sea. Gracias por salvarme. Amén.

¿Realmente querías decir lo que acabas de decir? Si es así, veamos qué dice Jesús sobre lo que acabas de hacer: "En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna" (Juan 6:47).