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The Male Chauvinist Pig: A History
En la agitación social de las décadas de 1960 y 1970 surgieron una serie de personajes comunes para definir y reforzar la masculinidad blanca. Junto a caricaturas como «el Playboy» y «el paleto» surgió una nueva creación: «el cerdo machista»: el «cerdo machista».
Acuñado por las feministas de la segunda ola como insulto, el cerdo machista se definía en gran medida por un antifeminismo que se manifestaba en chistes sexistas groseros. Pero el epíteto resultó contraproducente: ser un cerdo sexista se transformó rápidamente en una insignia de honor que los misóginos llevaban con orgullo y, con el tiempo, llegaría a definir una corriente de la política de derechas.
La historiadora Julie Willett rastrea las formas en que el cerdo sexista fue desinfectado por el racismo, popularizado por la cultura de consumo, utilizado como arma para degradar a las feministas y politizado para movilizar a los sexistas libertinos a adoptar políticas reaccionarias. Trazando una trayectoria que vincula la bufonería sexista de Bobby Riggs en la década de 1970, la popularidad de los gritos de Rush Limbaugh contra las «feminazis» en la década de 1990 y la misoginia actual que sustenta el trumpismo, Willett defiende la potencia de este símbolo cultural aparentemente risible, mostrando lo que puede suceder cuando descuidamos o trivializamos el poder político del humor.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)