El bosque del sur: Una crónica

Título original:

The Southern Forest: A Chronicle

Contenido del libro:

Cuando los primeros exploradores europeos llegaron a las costas meridionales de Norteamérica a principios del siglo XVII, se encontraron con un bosque macizo que se extendía desde la costa atlántica hasta el este de Texas y Oklahoma. Las formas en que ellos y sus descendientes utilizaron -y abusaron- del bosque durante los casi cuatrocientos años siguientes constituyen el tema de El bosque del sur.

En los capítulos dedicados a los exploradores, pioneros, leñadores, constructores de barcos y silvicultores, Laurence Walker relata las constantes demandas que las personas han hecho a los recursos forestales del Sur. Muestra cómo la propia abundancia de la tierra se convirtió en su mayor desventaja, a medida que la gente cazaba en exceso a los animales, talaba los bosques y agotaba el suelo con prácticas agrícolas imprudentes, todo ello en la creencia errónea de que la abundancia del bosque (incluido el nuevo terreno por abrir) era inagotable.

Sin embargo, con la llegada de la silvicultura profesional en el siglo XX, el bosque meridional ha vuelto a resurgir. Walker, silvicultor profesional, habla por experiencia de las dificultades a las que se enfrentan los silvicultores a la hora de equilibrar intereses contrapuestos en el bosque. ¿Cómo conciliar, por ejemplo, la creciente demanda de productos papeleros con la insistencia de los grupos ecologistas en que no se talen árboles? ¿Deben ser los bosques nacionales zonas estrictamente recreativas, o pueden soportar algunas talas industriales? ¿Cómo evitan los silvicultores el uso de pesticidas químicos cuando el público protesta contra prácticas de gestión natural como las quemas prescritas y la tala de árboles?

Esta visión personal del bosque meridional añade una nueva dimensión al estudio de la historia y la cultura del Sur. El bosque meridional primigenio ha desaparecido, pero, con una gestión cuidadosa por parte de todos los usuarios, el bosque meridional regenerado puede llegar a ser el recurso inagotable con el que soñaron nuestros antepasados.