El ama de llaves inglesa: Manual de administración doméstica

Título original:

The English Housekeeper: A Manual of Domestic Management

Contenido del libro:

Me he esmerado tanto en hacer que la siguiente obra merezca el título que lleva, que no podría, sin afectación, pretender infravalorar mi propia actuación, anticipando dudas sobre su utilidad, o expresando temor alguno de que mis amigos se sientan defraudados cuando la examinen. Toda publicación de esta índole está necesariamente destinada a prestar un servicio esencial.

Porque no sólo debe ser práctica en sus descripciones e instrucciones, sino que debe referirse a asuntos que atañen a las necesidades diarias y cotidianas de toda la humanidad.

Y, por supuesto, será aprobado en la medida en que pueda satisfacer esas necesidades.

Mientras ofrezco consejos con respecto a la manera de llevar los asuntos domésticos, no puedo dejar de expresar mi pesar por el hecho de que una gran proporción de las jóvenes de Inglaterra carezcan de esa información y de esas prácticas de economía que son las más esencialmente necesarias para su bienestar como personas de influencia y autoridad en una casa. No soy en absoluto la única que lamenta que las ventajas del conocimiento de las tareas domésticas parezcan estar tan completamente perdidas de vista por aquellos que tienen la responsabilidad de educar a sus propias hijas o a las de otras personas.

Y con frecuencia me encuentro con el comentario de que las damas de hoy en día se han vuelto incapaces de ser tan hábiles en el desempeño de sus deberes domésticos como lo eran las damas de un período anterior, en la medida en que se han vuelto más cultivadas y más realizadas.

El deseo que muchas personas sienten de dar a sus hijos una educación mejor que la que ellas mismas han recibido es loable, porque procede de un afecto sincero; pero ¿cuántas veces el éxito está a la altura del motivo que lo impulsa? ¿Con qué frecuencia la manera de intentarlo está calculada para alcanzar el objeto que tan fervientemente se busca? La ambición de promover el bienestar de los niños reconcilia a los padres con la idea de separarse de ellos a esa tierna edad en que deberían recibir cuidados más constantes de los que generalmente necesitan en una época más avanzada de la vida.

Y esta ambición es tan fuerte que incluso hará que las niñas sean consignadas a la pestilente atmósfera de un aula abarrotada, donde lamentarán la pérdida de la cálida chimenea, o la espaciosa habitación de sus propios hogares, y todas las comodidades que dependen de la solicitud de una madre.

Con el fin de que sean educadas, es decir, preparadas para el mundo y para el desempeño de sus respectivos deberes en él, las niñas son enviadas a la escuela, y allí son condenadas a un aburrido curso de lecciones, antes de que sus mentes tengan la fuerza suficiente para asimilar cualquier tipo de aprendizaje que requiera trabajo mental, y antes de que sus entendimientos estén a la altura de cualquier esfuerzo mayor que el de percibir la diferencia entre una manzana asada y una ciruela de azúcar.