Efecto especial y señor de la guerra de Kor

Título original:

Special Effect & Warlord of Kor

Contenido del libro:

Armchair Fiction presenta ediciones extragrandes de novelas dobles clásicas de ciencia ficción. La primera novela «Efecto especial» es un cuento terrorífico de J.

F. Bone. Se llamaba Martinelli y su pasión era la música.

También era un conocido director de orquesta de composiciones clásicas.

Un día tuvo la oportunidad de dirigir el estreno de la mayor sinfonía jamás compuesta, la «Sinfonía de los Nueve Mundos» de Nicolai Ilarionovich Raposnikov. Pero todo tenía una trampa fantástica: primero debía obtener grabaciones originales de algunos de los efectos especiales más extraños imaginables, que luego se mezclarían con la partitura final de la sinfonía.

Desgraciadamente, había que viajar de un extremo a otro del Sistema Solar para conseguirlas. Peor aún, la grabación de estos sonidos en algunos casos era casi imposible y, en otros, ¡podría acarrear una muerte horrible! Un experimentado capitán espacial y su tripulación debían hacerlo posible, pero ¿podrían hacerlo en el tiempo que se les había asignado por contrato? Y lo que es más importante, ¿volverían con vida? La segunda novela es «Warlord of Kor», del veterano autor de ciencia ficción Terry Carr. Horng se sentó frente a la pequeña y frágil criatura que sostenía un micrófono, cuyos cables estaban conectados a una máquina de interpretación.

Parpadeó lentamente con sus enormes ojos y su boca rígida formó a tientas palabras de una lengua que su raza no había utilizado en treinta mil años. Kor era... es...

Dios... Conocimiento».

«Había intentado transmitir esto a las pequeñas criaturas que habían invadido su mundo, pero no le hicieron caso. Sus cerebros mal equipados intentaban inútilmente comprender la antigua memoria racial de su pueblo. Ahora seguirían intentando descubrir las directrices prohibidas de Kor.

Horng recordó, en algún lugar lejano de las capas fósiles de sus pensamientos, una advertencia.

Debían ser detenidos. Si tenía que hacerlo, acabaría con esas criaturas que se llamaban «humanos». »