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«Desde la institución del sufragio universal, la democracia, considerando que había llegado su hora, que su gobierno había demostrado su valía, que no había nada más que discutir que la elección de los hombres, que era la fórmula suprema del orden, ha querido constituirse en un partido de statu quo. No es, ni mucho menos, un partido de empresarios, y se conforma con quedarse quieto.
Pero, ¿qué puedes hacer cuando te llamas Democracia, cuando representas a la Revolución y has llegado al inmovilismo? La Democracia creía que su misión era reparar antiguas injusticias, resucitar naciones maltrechas, en una palabra, rehacer la historia. Esto es lo que expresa en la palabra Nacionalidad escrita a la cabeza de su nuevo programa.
No contento con ser un partido del statu quo, se ha convertido en un partido regresivo. Y como la Nacionalidad, tal como la entiende e interpreta la Democracia, tiene como corolario la Unidad, ha puesto el sello a su abjuración, definiéndose como un poder absoluto, indivisible e inmutable...».
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)