Where Things Are
Donde están las cosas, el primer poemario de Joan Gibb Engel, oscila entre el presente y el recuerdo; en palabras de la poeta, «los muertos queridos hacen compañía a los vivos».
Las «cosas» incluyen objetos cotidianos y eternos -una acumulación de artilugios de cocina y las ricas vidas de antiguas familias de pescadores-; plantas, personas y lugares que encierran un significado eterno pero que sólo son visibles en el recuerdo. Con visión estereoscópica, el poeta narra el envejecimiento, la enfermedad, la separación, la muerte y el cambio social, al tiempo que afirma «la belleza, el arte y la verdad entre las maravillas de la vida».
Engel reflexiona sobre la ruina de las culturas antiguas: «historias contadas a la luz de la luna que ya no se cuentan» y la naturaleza cambiada de las ciudades: «el ritmo de los callejeros: ahora decantadores». Valora la compañía de los niños, como cuando ella y una nieta recogen arándanos, y celebra las «afiliaciones de por vida» entre personas que ya no viven. El pasado es a la vez un confesionario de «líneas de trampa ensangrentadas» y «la música sagrada de nuestros antepasados», mientras que el presente es a la vez «caer como moscas» y volver a oír «el claro silbido de los pájaros».
En palabras del poeta Randall R. Freisinger, los poemas de Engel «ofrecen profundidad de visión en un momento en que tanta falta nos hace».
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)