Don Luigi Sturzo: el padre de la socialdemocracia

Título original:

Don Luigi Sturzo: The Father of Social Democracy

Contenido del libro:

Luigi Sturzo era un anciano de 81 años cuando John Molony le conoció en Roma en 1952. Fue justo antes de su nombramiento como senador por el Presidente...

Para gran sorpresa de Molony, Sturzo sabía más de Australia y de su sistema político de lo que había previsto o de lo que se atrevía a esperar. Molony le preguntó: "¿Cree que un partido político católico tendría futuro en Australia?" Su respuesta negativa fue inmediata, directa y decisiva. Continuó explicando que en una sociedad donde el proceso democrático funcionaba satisfactoriamente y donde la gente difería en sus convicciones religiosas era mucho más razonable y positivo para todos trabajar dentro del sistema de partidos ya establecido.

Molony le preguntó entonces: "¿Por qué fundó usted un partido católico en Italia? De nuevo se apresuró a responder: "Yo no fundé un partido católico.

Era un partido de inspiración cristiana sin vínculos directos con la Iglesia'... DON Luigi Sturzo, el padre de la socialdemocracia no es sólo una historia de política.

Es la historia de un pueblo antiguo que llegó relativamente tarde a la democracia y que no supo responder a sus ideales. Los hombres del Risorgimento habían legado a Italia todas las formas externas de una democracia moderna, pero lo único fundamental que fueron incapaces de transmitir fue su espíritu. Así, en una tierra debilitada por la guerra, asolada por los ardores ideológicos, amargada por la pobreza y sin rumbo en su búsqueda de identidad nacional, la democracia se fue al garete.

No es de extrañar que las expresiones políticas que despreciaban la forma exterior de la democracia fueran de las primeras víctimas de la dictadura. Así, el viejo movimiento socialista italiano se desgarró con la desunión y todas sus formas se disolvieron ante el Duce. Sin embargo, es una sorpresa que el partido de Sturzo, que al menos formalmente estaba dedicado tanto a la forma como al espíritu de la democracia, fuera tan rápidamente derrotado por el resto.

Para algunos sería una sorpresa aún mayor que el Estado fascista italiano y el Vaticano trabajaran codo con codo para ayudar a destruir el Partito Popolare.