Situados en algún lugar entre la ficción y la realidad, los animales de Dogged existen como «criaturas que los niños ven en sus fiebres» y como «tu único / buen sueño / en la noche». Habitando un espacio aparte del tiempo y la narrativa, el espacio del siempre esquivo ahora, estos inquietantes poemas indagan en la conciencia y el deseo animal, mientras «los aullidos flotan / como azafranes... / violetas / y entreabiertos / a lo desconocido».
Stacy Gnall se fija en una amplia gama de medios visuales, desde Tiburón, de Steven Spielberg, y Atracciones fatales, de Animal Planet, hasta el cuadro de Peter Paul Rubens del perro de Hércules descubriendo la púrpura tiria, y reflexiona sobre las conexiones y divisiones entre humanos y animales, explorando esos momentos en que las voces humanas se mezclan con las bestias «silenciosas» para superar los límites del lenguaje. En Dogged, los animales emergen como la máxima aspiración de la poesía.
A la vuelta de la esquina se contó.
Nunca envejeceríamos.
Porque no había palabras para ello.
Puse mis brazos suaves
Alrededor del cuello de un cervatillo.
Y no sintió alarma. El habla.
Es donde nos equivocamos.
( De «El bosque en que las cosas no tienen nombre»)
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)