Doce pasos hacia la santidad. Los Testamentos de los Doce Patriarcas

Título original:

Twelve Steps to Holiness. The Testaments of the Twelve Patriarchs

Contenido del libro:

Muchos escritores sobre la vida espiritual han utilizado la analogía de subir una escalera, a medida que progresamos hacia ese grado de perfección que Nuestro Señor exige de nosotros: «Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mateo 5:48). Debe de tener su origen en la historia de la Escalera de Jacob, por la que vio a los ángeles subir y bajar, y puesto que la humildad es la clave de toda virtud, ¿quién puede decir si debemos intentar subir o bajar?

San Benito es el más conocido de los escritores que hablan de la Escalera de la Humildad (capítulo 7 de su Regla). Hay doce peldaños, y eso nos hace buscar otras cosas que van en grupos de doce. Hay doce Apóstoles, por supuesto, y responden a las doce Tribus de Israel. Hay doce Profetas Menores. En San Pablo hay doce Frutos del Espíritu Santo, y en los primeros escritos cristianos posteriores al propio Nuevo Testamento, encontramos el Pastor de Hermas, que habla de doce vírgenes, que son virtudes, contrapuestas a doce mujeres que son vicios. Otro documento muy importante de esta época, que ha sido extrañamente descuidado, es el Testamento de los Doce Patriarcas, que de nuevo habla de doce virtudes y sus opuestos.

Merece la pena leer los Testamentos de los Doce Patriarcas, ya que el texto parece ser el primer tratado sistemático cristiano de teología moral: cada uno de los doce Patriarcas diserta sobre algún aspecto de la virtud o el vicio. Está escrito en forma de «Testamentos» o últimos discursos de los doce hijos de Jacob, dirigidos a su familia reunida en torno a ellos, cada uno en su lecho de muerte, siguiendo el modelo del testamento bíblico de Jacob. Escrito en griego y fechado a finales del siglo I, se considera una obra cristiana que utiliza la forma literaria del pseudoepígrafo (un recurso por el que el autor real atribuye su escrito a figuras autorizadas del pasado para darle mayor importancia). Algunos estudiosos anteriores pensaban que se trataba de un texto judío, pero con algunas interpolaciones cristianas; si realmente es una obra precristiana, habría que situarla entre los libros favoritos de San Pablo, pues parece citarla muchas veces.

De hecho, que el Testamento de los Doce Patriarcas sea un libro judío tardío que sólo sobrevive en una edición cristiana primitiva, o una nueva composición de un cristiano primitivo basada en predecesores judíos, no importa lo más mínimo. El hecho de que los primeros cristianos lo editaran o escribieran, y sin duda lo leyeran, es muy significativo. Es un importante testimonio de la Iglesia primitiva, muestra lo que la segunda o tercera generación de cristianos pensaba y creía sobre el camino hacia la virtud, y sirve de guía al cristiano contemporáneo de hoy.