Despierto en Getsemaní: Bonhoeffer y el testimonio del lamento cristiano

Título original:

Awake in Gethsemane: Bonhoeffer and the Witness of Christian Lament

Contenido del libro:

A lo largo de los Salmos vemos a David clamar por la liberación en momentos de angustia y dolor, buscando refugio y fortaleza en el Señor. Del mismo modo, Jesús suplicó a Dios en el huerto de Getsemaní que le diera fuerzas en un momento de extrema necesidad. Los gritos de David y Jesús a Dios reflejan la olvidada disciplina espiritual del lamento. El lamento no es tristeza sin esperanza, eso es desesperación. Más bien, el lamento es confianza en Dios a pesar de la desesperanza e incluso a través de ella.

En Awake in Gethsemane Tim Judson concibe el lugar y el significado del lamento para la comunidad cristiana a través de un estrecho compromiso con la vida y la obra de Dietrich Bonhoeffer. Tras documentar el declive histórico y la actual falta de lamento en gran parte de la Iglesia occidental, Judson ofrece un triple enfoque del tema, argumentando que una base para el lamento se encuentra necesariamente en la teología, la ética y la liturgia de forma interdependiente. Esta relación enmarca el trabajo crítico realizado junto a Bonhoeffer, interpretando el lamento a través de su cristología, eclesiología y exégesis bíblica. Surge así una lamentología constructiva, destinada a facilitar el compromiso de la Iglesia con algunas cuestiones críticas contemporáneas.

Judson presenta el lamento como un aspecto fiel de la vida verdaderamente humana que, en y por Cristo, es para y con los demás. El lamento es un medio por el que los discípulos permanecen "despiertos con Cristo en Getsemaní" en un mundo herido donde habitan el pecado, el sufrimiento y el dolor. Tal perspectiva desafía los horizontes ideológicos predominantes y las presuposiciones comunes sobre el lamento que excluyen o distorsionan esta disciplina espiritual crucial. De ahí que Judson abra nuevas posibilidades imaginativas para interpretar el lamento de forma positiva y creativa, dando testimonio de la realidad de que la libertad fiel está perfectamente encarnada por el propio Jesús que se lamenta, quien, a través de su propio lamento, es la salvación del mundo.