Desordenado: El icono sagrado y los mitos raciales

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Título original:

Disordered: The Holy Icon and Racial Myths

Contenido del libro:

Los arquetipos raciales ocupan un lugar preponderante en el imaginario occidental. La población negra, en particular, ha sido representada a menudo como intrínsecamente desordenada, y se ha pensado que su presencia tiene un efecto desordenador; de hecho, su presencia se ha visto como una amenaza para la sociedad civilizada. Esta percepción de la negritud como una amenaza ha alimentado la larga historia de discriminación y opresión de Estados Unidos.

En el corazón de esta forma racializada de ver se encuentra una importante afirmación teológica: que el estado interno de una persona puede discernirse a través de los atributos externos del cuerpo. En la época bizantina, se pensaba que el icono sagrado reflejaba el orden propio de Dios; quienes rechazaban el icono rechazaban el orden de Dios. Los cuerpos supuestamente deficientes de quienes rechazaban el orden sagrado de Dios funcionaban como una señal de advertencia. Utilizando el marco de la teología de los iconos, Desordenado explora la relación entre los cuerpos no blancos, así como no masculinos, y la sociedad civilizada en momentos clave del desarrollo de la modernidad. Jessica Wai-Fong Wong demuestra cómo el arquetipo de la blancura (masculina) ha llegado a definir el orden social apropiado. La veneración del hombre blanco como ideal sagrado ejerce un poder significativo sobre la formación de los sujetos y la configuración de la sociedad. En este caso, el culto a la blancura en general, y a la masculinidad blanca en particular, funciona como el suelo sagrado sobre el que se construyen las estructuras opresivas de la sociedad occidental.

La lectura icónica de la raza que se ofrece aquí no sólo crea una oportunidad para el análisis, sino que también abre un espacio para la intervención cristológica constructiva que se enfrenta a las prácticas problemáticas en el corazón de la visión racializada. Jesús invita a todas las personas a una forma diferente de ver, que destroza los supuestos distorsionadores y destructivos incrustados en la lógica racial dominante. Aprendiendo a ver a Jesús, el verdadero icono de Dios, aprendemos a ver correctamente. Y, cuando vemos correctamente, el orden que define nuestra identidad y nuestras relaciones queda redimido.