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Nos abre un mundo de sensibilidad musical: nos entregamos al placer o al asombro de estas nuevas sensaciones, y aprendemos tanto sobre el sentimiento de este arte, tanto sobre las ideas que lo animan. A Debussy se le compara con lo que menos se le parece, con obtusa injusticia.
Le piden el discurso y la elocuencia de Beethoven, mientras que él le tuerce el cuello a la elocuencia. Pero ¿por qué no se le pide a Tintoret el encanto de Watteau? Se le reprocha no haber tenido ni la garra ni la fuerza de Wagner, que se cuida tanto de ocultar su poder como el gran alemán de escorarlo, de enarbolarlo en su pedestal, de armarlo con la espada, la coraza y todos los implementos de la guerra...».
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)