Culpar a los profesores: Las razones emocionales de la reforma educativa

Título original:

Blame Teachers: The Emotional Reasons for Educational Reform

Contenido del libro:

Un volumen de la serie Studies in the Philosophy of Education Editor: John E. Petrovic, Universidad de Alabama Hay una historia circulando sobre las escuelas públicas y las personas que enseñan en ellas: una historia sobre lo malos que son los profesores de nuestro país y por qué deberíamos culpar a los profesores del mal estado de nuestras escuelas públicas.

Pero, ¿es correcta o justa la historia sobre los profesores? ¿Por qué tanta gente señala con el dedo a los profesores y parece estar tan resentida con ellos? Culpar a los profesores: Las razones emocionales de la reforma educativa examina por qué mucha gente culpa a los profesores de lo que ellos entienden que es el mal estado de nuestras escuelas. Culpar a los profesores resulta fácil para muchas personas cuando leen sobre los malos resultados de los alumnos y lo "protegidos" que están los profesores por los sindicatos de profesores y las políticas de permanencia. Y con la culpa viene el resentimiento, y con el resentimiento vienen las demandas de todo tipo de reformas educativas: más pruebas estandarizadas, remuneración por méritos, escuelas concertadas y todo lo demás.

Y esperamos que a los profesores les gusten y acepten todas las reformas propuestas. Concebir la reforma educativa a partir de la culpa y el resentimiento contra los profesores no beneficia ni a los profesores, ni a los alumnos, ni a las escuelas.

Blame Teachers esboza muchos de los supuestos extraños e inaceptables sobre la enseñanza y los fines de la educación contenidos en estas reformas educativas. Dirigido a profesores, estudiantes de magisterio, responsables políticos y al público en general, Culpar a los profesores sugiere conversaciones mucho mejores y más productivas que podemos mantener con los profesores, conversaciones con muchas más probabilidades de mejorar la enseñanza y el aprendizaje en las aulas.

El libro aboga por unas conversaciones con los profesores que no empiecen ni acaben con la culpa y el resentimiento.