When the Body is a Guardrail
Situadas a lo largo de carreteras solitarias, las voces de Cuando el cuerpo es un quitamiedos son inquietas y buscadoras: estos poemas buscan nuevas formas de ver, de ser, de interpretar lo que significa ser humano. Demasiado a menudo tratamos la vida como una autopista, como una balada de rock de los 80, como una distancia y un puente a la vez, acelerando hacia algo vasto y desconocido, poniéndonos rodilleras y hombreras, espinilleras y cascos, aprendiendo "a ponernos chalecos antibalas" y "a pisar con sigilo" que las joyas "tintinean como una secuela de trampas".
Queremos estar cerca, crear intimidad sin riesgo, pero fracasamos. Y cuando fracasamos, no podemos perdonarnos ni perdonar al otro, ni a nosotros mismos. La verdad es que nos adentramos en la luz de la mañana olvidando que la experiencia nos cambiará cuando volvamos a casa bajo el sol del atardecer.
Cada vez que cambiamos, nos convertimos en una persona nueva, versiones de nosotros mismos que nunca se borran del todo. Cuando el cuerpo es una barandilla no se esconde de la decepción ni del fracaso, que "la nieve vacía y húmeda ya comprende".
Esta colección nos pide que prestemos atención: al aislamiento de la rutina y de los pueblos pequeños; a nuestra lealtad a los comienzos y a los finales, pero no al propio viaje; al adicto que todos llevamos dentro. Con los ojos puestos en el horizonte, siempre buscamos esa dicha, ese Edén, esa perfección, y siempre fracasamos.
Sin embargo, estos poemas son un testimonio de nuestra resistencia, porque a pesar de todos nuestros defectos, seguimos intentándolo, seguimos adelante con las ventanillas bajadas y la radio a todo volumen.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)