Crecer con América

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Título original:

Growing with America

Contenido del libro:

Este libro narra el viaje de descubrimiento del autor, ingeniero jefe de procesos jubilado de Bechtel y director de una sociedad de ingeniería química, cuyos escritos anteriores versaban sobre la valorización del metano y el diseño de reactores Fischer-Tropsch. Tratando de explicar por qué un niño de trece años se uniría a una expedición cuáquera a Filadelfia en 1686, elabora un relato ficticio que acaba siendo corroborado por pruebas genéticas. Por el camino descubre, entre sus antepasados, a un maestro carpintero reconvertido en político, al propietario del primer club de golf de Estados Unidos y a un médico del que se escribió: "Existía la idea popular de que curaba a sus pacientes". Encuentra a un "Joven Escudero" que se burla de los británicos con panfletos escolares durante la Guerra de la Independencia y a varios cuáqueros que fueron enviados a Virginia durante esa guerra, de la misma forma que nosotros encerramos a los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.

Aunque está escrito como una historia familiar, el lector encontrará vínculos con los papeles de Benjamin Franklin, con La Tempestad de Shakespeare, con un diarista británico que escribió sobre William Wordsworth y con un tratado antiesclavista de Fanny Kemble. El libro arroja luz sobre los papeles de la familia guardados en secreto en bibliotecas históricas, pero deja las respuestas definitivas a las generaciones futuras.

En palabras de los autores: "Empecé a interesarme por la genealogía de la familia Fox a raíz de un viaje de negocios a la oficina londinense de Bechtel en 1974. Mientras estaba allí como director de diseño de procesos para un proyecto de gas natural licuado en Argelia, aproveché la oportunidad para visitar la Friends' Library de Euston Road. Allí encontré un árbol genealógico titulado Descendants of Francis Fox of St. German's, de Joseph Foster, y también la biografía de Anne Cresson sobre mi propio antepasado, Joseph Fox, que había sido Presidente de la Asamblea de Pensilvania durante la revuelta de la Ley del Timbre. También encontré varios libros que me parecieron de interés inmediato: The Journals of Caroline Fox 1835-1871, editado por Wendy Monk, y una biografía, Caroline Fox, de Wilson Harris. En ellos se indicaba la ubicación aproximada de varias fincas familiares en Cornualles, cerca de Falmouth. Muchas personas famosas habían visitado estas fincas; hombres como Wordsworth, Tennyson, Mill y Carlyle, y Caroline Fox había descrito sus conversaciones en sus diarios.

"Entonces convencí a un compañero ingeniero de diseño de procesos, Bob Chu, para que condujera conmigo hasta Falmouth durante un fin de semana. Allí encontramos las oficinas cerradas de G. C. Fox & Company, corredores de buques, y los jardines Fox Rosehill Gardens, pero ninguna otra señal de actividad de Fox. Yo estaba un poco desanimado. Sin embargo, Bob estaba intrigado e insistió en que siguiéramos investigando. Asi que el domingo por la manana nos dirigimos mas al oeste y encontramos la finca Glendurgan, con zorros en los postes de la puerta y la Sra. Philip Hamilton (Rona) Fox a punto de arrancar un cortacésped en el garaje. Dejó inmediatamente lo que estaba haciendo y nos condujo a su casa, donde comparamos notas sobre conexiones familiares. Uno de los hijos de Francis Fox había llegado a Filadelfia en 1686 en el mismo barco que Justinian Fox, mi antepasado.

"Bob y yo pudimos visitar los fabulosos jardines de Glendurgan, recientemente incorporados al National Trust. También nos detuvimos en Catchfrench, una finca de St. German's, cerca de Plymouth, donde me senté en las ruinas de la casa donde Francis Fox había vivido a mediados del siglo XVI. Esto fue suficiente para que me recorriera un escalofrío por la espalda y me hizo pensar en registrar toda esta historia. De vuelta en Londres, el segundo hijo de Rona, Charles Lloyd Fox, me presentó a más parientes. Como se describe en este libro, nuestras familias han mantenido esta relación desde entonces.

"El trabajo en este libro empezó en realidad en 1992, después de que me jubilara de Bechtel y mi mujer, Betty, muriera de lupus, ambas cosas en rápida sucesión. Me apunté a una clase de extensión de escritura creativa de la Universidad de Berkeley y, como proyecto, comencé el relato ficticio que se recoge en los dos primeros capítulos de este libro. Me había enterado de que Justiniano sólo tenía 13 años cuando se alistó en el Plymouth F.