Contra el constitucionalismo

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Título original:

Against Constitutionalism

Contenido del libro:

Libro del año de New Statesman.

Un análisis crítico de la transformación del constitucionalismo, que ha pasado de ser una teoría cada vez más irrelevante de gobierno limitado a convertirse en la filosofía de gobierno más influyente del mundo actual.

El constitucionalismo es universalmente elogiado porque nunca se ha definido con precisión. Martin Loughlin sostiene que no se trata de una vaga amalgama de aspiraciones liberales, sino de una filosofía de gobierno específica y profundamente polémica. El constitucionalismo, una idea de la Ilustración que en el siglo XIX se convirtió en la contribución única de Estados Unidos a la filosofía del gobierno, fue considerado a mediados del siglo XX como un anacronismo. Defendiendo la separación de poderes y el gobierno limitado, era singularmente inadecuado para los retos políticos de la época. Pero desde entonces el constitucionalismo ha experimentado una notable transformación, otorgando a la Constitución un papel sin precedentes en la sociedad. Antes tratada como un instrumento práctico para regular el gobierno, la Constitución ha sido elevada a la categoría de religión civil, una representación simbólica de la unidad colectiva.

Contra el constitucionalismo explica por qué ha sucedido esto y sus consecuencias de largo alcance. Encabezados por una "revolución de los derechos" que somete la acción gubernamental a una revisión exhaustiva a través de principios abstractos, los jueces adquieren un poder mucho mayor como oráculos de la "constitución invisible" del régimen. El constitucionalismo se remodela como una teoría que sostiene que la autoridad gubernamental no descansa en la voluntad colectiva, sino en la adhesión a normas abstractas de "razón pública". Y en todo el mundo las prácticas variables del gobierno constitucional han sido remodeladas por sus preceptos.

El constitucionalismo, argumenta Loughlin, propaga ahora la creencia generalizada de que el progreso social no avanza a través de la política, las mayorías electorales y la acción legislativa, sino a través de una interpretación judicial innovadora. El auge del constitucionalismo, comúnmente confundido con la democracia constitucional, contribuye en realidad a su degradación.