Cardenal John Carmel Heenan. Sacerdote del Pueblo, Príncipe de la Iglesia

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Título original:

Cardinal John Carmel Heenan. Priest of the People, Prince of the Church

Contenido del libro:

La ambición de John Carmel Heenan era ser párroco, pero llegó a ser arzobispo de Westminster y cardenal de la Iglesia católica. Ordenado para la diócesis de Brentwood, la energía de Heenan y sus dotes literarias y oratorias se combinaron para sacarle de la rutina de la vida parroquial.

Tras cuatro años como superior de la Sociedad Misionera Católica, en 1951 se convirtió en obispo de Leeds, donde su estilo abrasivo le valió a la diócesis el epíteto de "la sede cruel". Como arzobispo de Liverpool desde 1957, Heenan administró una extensa archidiócesis, fomentó el ecumenismo, se implicó en la política local e inició la construcción de la catedral metropolitana de Cristo Rey. Fue nombrado arzobispo de Westminster en 1963 y elevado al Colegio Cardenalicio en 1965.

Como líder de la comunidad católica de Inglaterra y Gales, Heenan asumió un protagonismo nacional equiparable al de su amigo Michael Ramsey, arzobispo de Canterbury.

En el Concilio Vaticano II, Heenan participó activamente en el debate, pero su desconfianza hacia los periti le granjeó notoriedad. Tenía poco tiempo para los teólogos que complicaban la fe sencilla y aceptante de la mayoría de los católicos, y sus intentos de controlar el ritmo de las reformas conciliares en Westminster fueron cuestionados por quienes ansiaban modernizar la Iglesia.

La autoridad eclesiástica se vio aún más cuestionada por la respuesta a la encíclica Humanae Vitae del Papa Pablo VI, que reafirmaba la prohibición de la Iglesia del control artificial de la natalidad. La laicización de sacerdotes y religiosos en esta época fue un duro golpe para él. El mundo católico en el que Heenan había nacido y se había educado, y en el que había ejercido su ministerio, se transformó durante su periodo en Westminster.

No fue una época que disfrutara. El rápido cambio social y la legislación radical ignoraron la enseñanza católica y pusieron a los obispos a la defensiva. Se quebraron certezas de creencia y autoridad que Heenan había mantenido durante mucho tiempo, y le resultó difícil comprender esta transición.

Esta vívida biografía recuerda la vida y el ministerio de un sacerdote humano y dedicado que permaneció fiel a su fe y a su Iglesia a lo largo de los acontecimientos políticos y eclesiásticos más dramáticos del siglo XX.