Campos y prisiones

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Título original:

Camps and Prisons

Contenido del libro:

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Extracto del libro: CAPÍTULO III. OEDEBED A LA3? OUBCHE. Un ordenanza llega corriendo a mi tienda, con una misiva del Cuartel General.

Preséntese inmediatamente al general Emory...

Salgo de inmediato, y me pierdo en la oscuridad de los campos pantanosos y senderos sumergidos recientemente por el diluvio de lluvia. Sin embargo, tras recorrer la distancia que me separa de los aposentos del general, me presento ante él con la debida prontitud.

Es un hombre de aspecto severo, de mediana edad, que en su juventud, sin duda, fue apuesto. Ocupado con un ayudante, redactando órdenes y despachos, levanta la vista cuando entro, asiente con la cabeza y me señala una silla. El General Emory tiene un buen historial de servicio antes de la guerra.

Dirigió un reconocimiento militar en Missouri y California, publicando un volumen gráfico de Notas al respecto, hace unos dieciséis años; y sus informes oficiales al Gobierno sobre las Regiones del Oro, y como historiador de la Comisión de Límites con México, son de interés y valor desde el punto de vista literario. Así que, esperando aquí órdenes, miro con simpatía la fisonomía de mi General, como soldado y como autor. Los chismes del campamento dan al General Emory una reputación de rigor en la disciplina?

lo pintan como un tipo de comandante rudo y gruñón, pero no noto ningún rasgo de martinetismo en sus serios rasgos. Curiosamente, sin embargo, en este momento me viene a la mente una anécdota que me contaron unos muchachos voluntarios sobre el General.

Estos valientes muchachos habían estado derribando vallas, como de costumbre, recogiendo leña para hervir café; y, como de costumbre, esos inocentes sufridores, los plantadores de setas, se habían quejado al General de sus quejas, por lo que se emitió una orden especial desde el cuartel general. Recitaba la enormidad de las depredaciones, la necesidad de una disciplina inflexible, el deber de oficiales y hombres...