Buying Reality: Anuncios políticos, dinero y noticias en la televisión local

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Título original:

Buying Reality: Political Ads, Money, and Local Television News

Contenido del libro:

Desde cierto punto de vista, la mayor historia política de 2016 fue cómo el candidato que compró tres cuartas partes de los anuncios políticos perdió frente a aquel cuyo cada tuit provocador marcó la agenda de la cobertura informativa del día. Con la llegada de las granjas de bots, los anuncios microdirigidos de Facebook y Cambridge Analytica, ¿no está llegando a su fin la era de los anuncios políticos en la televisión local?

Podría pensarse. Pero te equivocarías por valor de 4.400 millones de dólares solo en 2016. En las elecciones estadounidenses, hay mucho más en juego que la presidencia, y para las campañas que se disputan 535 escaños en el Congreso, 55 gobernaciones e innumerables elecciones a legislador estatal, alcalde, juez, fiscal general, etc., el gasto en televisión ha aumentado drásticamente desde 2006. La campaña de 2020 no muestra signos de que esta tendencia vaya a cambiar. Cuando los candidatos no gozan del reconocimiento y la celebridad de los aspirantes presidenciales, todo sigue igual. Dependen de los noticiarios locales de televisión, vistos por treinta millones de personas cada día -no de los tuits- para transmitir sus mensajes a una audiencia más fragmentada que nunca.

Al mismo tiempo, la nacionalización de las noticias y la consolidación de las emisoras locales en manos de gigantes como Nextstar Media y Sinclair Broadcasting se traduce en una disminución del tiempo dedicado a la política local: casi el 90 % de las noticias políticas locales de 2016 se centraron en la carrera presidencial. Sin cobertura de los asuntos y las contiendas locales, la compra de anuncios es la única oportunidad que tienen la mayoría de los candidatos de hacer llegar sus mensajes a la audiencia.

En las noticias de la televisión local, los anuncios políticos crean la realidad de las contiendas locales, una realidad que no está pensada para informar a los votantes, sino para persuadirlos. Los votantes quedan abandonados a su suerte para rellenar el espacio entre lo que dicen los anuncios -la realidad comprada- y lo que solían cubrir las historias políticas.