Shine, My Heart, My Violinist!
A la hora de elegir un instrumento para tocar, Shine, de 8 años, eligió el violín. En el libro, la niña, que antes tocaba las cuerdas con destreza y belleza, hace una pausa de 15 años para consternación de su único progenitor vivo, su padre Mel.
«Lo único que hace falta es practicar», le dice. Pero ella prefiere cantar a tocar el violín. Este poema rememora sus pasadas actuaciones y «cenas y elogios» y la tristeza que emerge del silencio entre padre e hija.
Al enterarse de que su padre padece una enfermedad cardiaca, espera que, volviendo a tocar el violín para su padre, pueda «masajear los corazones fallidos a stringendo». Ella mira al Creador como el creador de la música al son de las «mil trompetas» que suenan en el estetoscopio del corazón de Dios y llega a la conclusión de que la música, por tanto, «trasciende la raza».
Viaje con Shine y su padre hasta los «alambiques de madera de instrumentos curvilíneos sostenidos con cautela por manos de 10 años». No lo olvidará pronto.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)