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Ken Revis se estaba formando como ingeniero de estructuras, y casi había obtenido el título, cuando estalló la guerra en septiembre de 1939. No tardó en alistarse y, a los 23 años, fue destinado a la Real Maestranza de Ingenieros. Una vez terminada su formación, durante las fiestas navideñas de 1940, tal y como eran en el Ejército en tiempos de guerra en Gran Bretaña, Ken echó un vistazo a una hoja mecanografiada pegada a un tablón de anuncios y descubrió que había sido destinado a una unidad de desactivación de bombas.
Su primer artefacto, aparte de los que había visto bajo la atenta mirada de sus instructores, llegó a principios de 1941 en forma de una bomba alemana de 500 kg que no había explotado. Al no detonar, había quedado enterrada en un jardín a unos metros de un sendero que salía de una agradable avenida de la ciudad de Hastings, en Sussex Oriental. Ken recuerda haber pensado: "Esto es". Esto es de verdad".
A pesar de sus nervios, Ken se enfrentó con éxito a esta bomba, la primera de las muchas a las que tuvo que hacer frente en las semanas y meses siguientes. Mientras la mayoría de los soldados del Reino Unido estaban ocupados entrenándose y preparándose para la próxima invasión de Europa, las unidades de desactivación de bombas se dedicaban a su peligroso oficio en el que casi a diario ponían a prueba su destreza y sus nervios contra el genio inventivo de los científicos alemanes.
Sin embargo, fue a las 10. 00 horas del 10 de septiembre de 1943, sin embargo, que, en un instante, la vida de Ken cambió irrevocablemente. Mientras retiraba trampas explosivas anti-invasión del muelle oeste de Brighton, algo salió terriblemente mal. En un destello cegador, trece minas le estallaron en la cara.
Tras los primeros auxilios, el cuerpo destrozado de Ken Revis fue trasladado al hospital de East Grinstead, donde se encontraba el famoso cirujano plástico Sir Archibald McIndoe. Fue el comienzo del largo y duro camino que tenía por delante, ya que se necesitaron no menos de veinte operaciones reconstructivas cualificadas para reconstruir el rostro y el cuerpo destrozados de Ken. Pero a pesar de todos los esfuerzos de los cirujanos, Ken no pudo salvar la vista. Además de las lesiones traumáticas que había sufrido, ahora tenía que enfrentarse a una ceguera total.
En esta conmovedora biografía, John Frayn Turner revela la extraordinaria personalidad de Ken Revis, explorando los muchos y muy diferentes retos a los que se enfrentó antes y después del desastre del 10 de septiembre de 1943. Como señaló en una ocasión el teniente general Sir Brian Horrocks, "el valor y la determinación son las dos cualidades más destacadas que se desprenden de esta extraordinaria historia".
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)