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Black Space» de David Axe ofrece una reevaluación crítica de la influencia de las figuras nazis, en particular de Wernher von Braun, en el programa espacial estadounidense. El autor explora las complejidades del legado de von Braun, haciendo hincapié en la oscura relación entre el desarrollo de cohetes nazis y la exploración espacial estadounidense de posguerra, especialmente a través de la Operación Paperclip. Axe argumenta que la visión pragmática de von Braun de la exploración espacial pacífica enmascaró eficazmente sus vínculos nazis y permitió un cambio en la militarización de los esfuerzos espaciales en Estados Unidos.
Ventajas:El libro presenta importantes reflexiones sobre la intersección de la influencia nazi y la exploración espacial estadounidense, cuestiona los relatos convencionales y anima a reevaluar el papel y las motivaciones de Wernher von Braun. Además, arroja luz sobre aspectos de la carrera espacial que a menudo se pasan por alto y sobre las complejidades que rodean la rehabilitación de antiguos científicos nazis en Estados Unidos.
Desventajas:El enfoque crítico del autor puede suscitar inquietud en algunos lectores, ya que podría considerarse excesivamente crítico o polémico. También puede que algunos encuentren el tema y el contexto histórico desafiantes o difíciles de digerir.
(basado en 1 opiniones de lectores)
Black Space: The Nazi Superweapons That Launched Humanity Into Orbit
Presenta las superarmas espaciales y sus arquitectos, junto con la política de alto riesgo que las controló.
Fortalezas orbitales preparadas para freír ciudades enteras sin previo aviso mediante espejos gigantes. Bombarderos que despegan de la Tierra, atraviesan la delgada frontera entre la atmósfera y el vacío y aprovechan esa elevada altitud para cruzar a toda velocidad el globo en misiones de destrucción masiva.
Estas y otras armas orbitales exóticas fueron objeto de estudio, o incluso de desarrollo activo, en las primeras décadas del empuje de la humanidad hacia el espacio.
Y no es de extrañar. La era de los frenéticos esfuerzos de exploración espacial de Estados Unidos y la Unión Soviética -que se extendió desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el exitoso alunizaje de Estados Unidos en julio de 1969- tenía sus raíces en la Alemania nazi, un país que cifró sus esperanzas de conquista mundial en unas superarmas igualmente ambiciosas.
En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, los principales científicos de los programas espaciales estadounidense y soviético eran ex nazis, sobre todo el diseñador de cohetes Wernher von Braun, que se puso del lado de los estadounidenses. Las tecnologías básicas de la carrera espacial derivaron de las superarmas nazis, en particular del cohete V-2 de von Braun.
Pero la guerra orbital nunca estalló en aquellas embriagadoras décadas de intensa competición espacial. Es posible triangular el momento en que lo aparentemente inevitable se convirtió en evitable. 29 de julio de 1958. El día en que el presidente estadounidense Dwight Eisenhower firmó a regañadientes la ley por la que se creaba la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio.
A partir de ese día, el ejército estadounidense cedió gradualmente a la NASA, una agencia civil, el liderazgo de los esfuerzos estadounidenses en el espacio. Incluso von Braun, en su día uno de los principales defensores de la guerra orbital, aceptó la propuesta. Las superarmas espaciales y sus artífices, así como la política de alto riesgo que las controló, son el tema de este breve libro.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)