Bigamia e identidad cristiana en la Champaña bajomedieval

Título original:

Bigamy and Christian Identity in Late Medieval Champagne

Contenido del libro:

Se suele pensar que la institución del matrimonio entró en crisis a finales de la Edad Media en el norte de Francia. Si bien estudios anteriores han señalado la omnipresencia de los matrimonios clandestinos como la causa, Sara McDougall sostiene que la presión provino sobre todo de la prevalencia de las segundas nupcias en violación de la prohibición cristiana del divorcio, una práctica que podríamos llamar "bigamia".

A lo largo del siglo XV, en la Europa cristiana, los maridos y las mujeres casados con cónyuges ausentes o distantes encontraban nuevas esposas con las que casarse. En los tribunales eclesiásticos del norte de Francia, muchos de los individuos así casados fueron perseguidos penalmente. En Bigamy and Christian Identity in Late Medieval Champagne, McDougall traza la historia de este conflicto en la diócesis de Troyes y lo sitúa en el contexto más amplio de la teología y la cultura cristianas.

El matrimonio múltiple era a la vez inevitable y repugnante en un mundo cristiano que prohibía el divorcio y asociaba la bigamia con las prácticas anticristianas del islam o el judaísmo. La prevalencia de la bigamia podría sugerir un fracaso de la cristianización en el norte de Francia a finales de la Edad Media, pero un estudio cuidadoso de las fuentes demuestra lo contrario: Tanto el clero como los laicos valoraban mucho el matrimonio.

De hecho, algunos miembros del laicado valoraban tanto la institución que estaban dispuestos a arriesgarse a un castigo penal contrayendo segundas nupcias ilegales. El riesgo era grande: el tribunal judicial del obispo de Troyes perseguía la bigamia con una severidad sin precedentes, aunque esta persecución se dividía en función del sexo.

El tribunal trataba la bigamia masculina, y sólo la masculina, como un delito grave, mientras que la bigamia femenina quedaba casi completamente excluida de un castigo severo. Como esto sugiere, la Iglesia estaba principalmente preocupada por imponer un alto estándar a los hombres como cabezas de familias cristianas, responsables de su propio comportamiento y también del de sus esposas.