Arnold Frank nació como hijo único de padres ricos en una pequeña ciudad alemana.
Su padre, huérfano desde muy joven y con una escasa herencia, había ganado una suma considerable con su propio esfuerzo. Era propietario de una de las casas más bonitas de la ciudad, situada en la plaza principal y que atraía las miradas desde lejos con una gran bóveda ricamente amueblada.
Allí, a derecha e izquierda de la entrada, en dos grandes vitrinas, había panes de azúcar, barriles llenos de café, frutas tropicales, esponjas de baño, herramientas de hierro para el jardín y toda clase de cosas cuidadosamente dispuestas, desde arriba se agitaban paños de colores y telas de ropa, y en lo más alto, por encima de todo el esplendor, una pizarra negra rezaba en grandes letras doradas: Adam Frank.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)