Arena

Contenido del libro:

Poesía. De forma reflexiva, dolorosa, amarga y cariñosa, los poemas de ARENA, de Lauren Shapiro, exponen cómo los límites de lo irreal se vuelven reales cuando uno se ve obligado a interrogarse sobre el intento de suicidio de un familiar. Pero lo que se interroga, asimila y articula no es sólo la muerte, el duelo, la pérdida y la ausencia. Más bien, en ARENA de Shapiro, hay una multitud presenciando y absorbiendo una obra de arte en la que la atrocidad, la burocracia, la historia y el espectáculo se funden para formar una representación de la que somos incapaces de apartar la mirada. Shapiro se niega a suavizar los golpes más contundentes que nos impiden filtrar lo indecible mientras luchamos por vivir una vida cotidiana cuando todo lo que conocemos explota. Se trata de un logro conmovedor y asombroso. -Daniel Borzutzky.

Ingeniosos, cáusticos y resueltamente secos, estos poemas registran una alarma colectiva en la que el dolor privado y el pavor global convergen "al ritmo de la adrenalina" -Suzanne Buffam.

¿Es posible observar el sufrimiento de los demás sin convertir su sufrimiento en espectáculo? En ARENA, Lauren Shapiro sugiere que podemos hacerlo siempre que nos acerquemos íntegros a los demás, pero ninguno de nosotros, entiende Shapiro, está íntegro. Por eso, en lugar de eso, nos reunimos como extraños en una arena: "Cuando la multitud se calla es para ver / la decapitación o simplemente para respirar, no yo". Con gran arte y gran habilidad, Shapiro ve a través de la distracción y la extrañeza del momento presente las verdades sobre nosotros mismos que el momento presente revela. -Shane McCrae.

Los poemas de Lauren Shapiro abren de par en par la ansiedad en lo más profundo de nuestros cimientos. ARENA toca ese lugar en el que creíamos estar a salvo en nuestra inofensividad. Realmente quiero y confío en la persona de estos poemas. Y los poemas en sí son tan fluidos, rápidos, oscuros, ingeniosos y dolorosos. -Darcie Dennigan.

ARENA insiste en que compartamos el dolor de los demás no una ni dos veces, sino una y otra vez, posiblemente sin fin, insiste en el grácil pánico de la memoria a la "anticipación sin fin", al tiempo que comprende que "el destino era la herida". En bloques de prosa inexpresiva y en líneas desgarradas por el dolor, Shapiro nunca se amedrenta ante el sufrimiento; nadie debería leer este libro sin estar preparado para ser arrastrado arriba y abajo y a través de la rabia y el sufrimiento que provoca el suicidio; "hay tantas maneras / de estar enfadado" hierve a fuego lento bajo cada palabra. -Dara Wier.