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El libro «The Imperial Archive: Knowledge and the Fantasy of Empire», de Thomas Richards, presenta un detallado estudio interdisciplinar de la relación entre el conocimiento y las ambiciones imperiales. Combina la teoría de la información con la crítica literaria para explorar cómo la adquisición y difusión de información configuraron la narrativa y la dinámica de poder del Imperio Británico.
Ventajas:El libro ha sido elogiado por su excelente enfoque interdisciplinar, su claridad y su profundidad. Fusiona eficazmente la teoría de la información con el análisis literario, haciendo accesibles y atractivos temas complejos. La bibliografía se destaca como un punto fuerte significativo, ya que ofrece una amplia gama de obras literarias que mejoran la comprensión. Los críticos consideran que el libro es apasionante y lo recomiendan incluso a quienes no suelen interesarse por las obras de referencia crítica.
Desventajas:Algunos lectores señalaron que el libro es compacto pero denso, lo que indica que puede requerir una lectura y contemplación cuidadosas. También se menciona la cantidad potencialmente desalentadora de material literario y crítico presentado, que podría abrumar a algunos lectores.
(basado en 3 opiniones de lectores)
Imperial Archive: Knowledge and the Fantasy of Empire
La Gran Bretaña del siglo XIX podría considerarse la primera sociedad de la información de la historia, por la sencilla razón de que acumuló conocimientos procedentes de los rincones más remotos de su imperio más rápido de lo que podía digerirlos fácilmente.
El Imperio Británico planteaba un enorme desafío administrativo; al afrontarlo mediante mapas y encuestas, censos y estadísticas, los administradores victorianos desarrollaron una nueva simbiosis de conocimiento y poder. Los relatos de finales del siglo XIX están llenos de fantasías sobre un imperio unido no por la fuerza o el control civil, sino por la información.
En The Imperial Archive, Thomas Richards analiza el modo en que la organización victoriana del conocimiento se puso al servicio del Imperio Británico, cuando campos como la biología, la geografía y la geología empezaron a funcionar casi como extensiones de la inteligencia británica. Richards argumenta que las técnicas inventadas para gestionar esta explosión de información establecieron un eje duradero entre el conocimiento y el Estado y también sugirieron una nueva y poderosa dirección para la novela. Ilustra su argumento con cuidadosas referencias a diversas instituciones -sobre todo el crecimiento del museo- y textos, entre ellos obras de Rudyard Kipling, Erskine Childers, H.
G. Wells y Bram Stoker.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)