La joven irlandesa Anna Murphy ingresó en la Sociedad del Sagrado Corazón de París con el propósito expreso de seguir a la misionera Rose Philippine Duchesne a la América fronteriza, a imitación de su patrón adoptivo, San Francisco Javier.
Cumplió su deseo en 1822 y durante once años guió heroicamente la Academia del Sagrado Corazón en Grand Coteau, Luisiana, a través de un periodo de asombroso crecimiento. A pesar de los continuos contratiempos de la enfermedad y las muertes prematuras de sus jóvenes hermanas debido a las condiciones de la frontera, siguió adelante hasta su propia muerte prematura en 1836.
Amada tanto por sus alumnas como por sus sirvientas, dejó tras de sí un legado de cuidado y valor.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)