An Analysis of Richard J. Evans's In Defence of History
Richard Evans escribió En defensa de la Historia en un momento en que la profesión de historiador estaba siendo duramente atacada como consecuencia del "giro cultural" dado por la disciplina a finales de los años ochenta y noventa. Los historiadores se veían obligados a enfrentarse al pensamiento posmoderno, que sostenía que, dado que todos los textos eran producto de escritores parciales que disponían de información incompleta, ninguno podía ser privilegiado sobre los demás.
En esta lectura, no podía haber una historia objetiva, sino únicamente el estudio de los propios textos. Aunque En defensa de la Historia aborda todos los aspectos del método histórico, se centra en una amplia evaluación del pensamiento posmoderno. Evans juzga la aceptabilidad del razonamiento presentado por los posmodernistas, y lo encuentra muy deficiente.
Critica duramente tanto la pertinencia como la adecuación de sus argumentos, tratando de demostrar que, en última instancia, son culpables de no aceptar la lógica de su propia posición. Sugieren que todos los textos son igualmente válidos o inválidos, al tiempo que insisten en que los productos de su propia escuela son de hecho más "verdaderos" que los de sus oponentes.
Evans concluye señalando que este mismo argumento podría esgrimirse para sugerir que las obras de los negacionistas del Holocausto son tan válidas como las de los historiadores que aceptan que los nazis se propusieron cometer un genocidio. Entonces, ¿por qué, pregunta, ningún posmodernista está dispuesto a decir lo mismo? Un ejemplo devastador de la utilidad de la evaluación implacable.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)