...Al cielo subiré: Los años inspirados de Jacob Epstein 1930-1959

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Título original:

...Unto Heaven Will I Ascend: Jacob Epstein's Inspired Years 1930-1959

Contenido del libro:

Como estadounidense afincado en Inglaterra, judío consciente que utilizaba símbolos cristianos, hábil modelista que introdujo la talla directa en Inglaterra y modernista que llegó a sentir aversión por la abstracción en sí misma, Epstein no encajaba perfectamente en las categorías artísticas de su época. Aparte de sus retratos naturalistas en bronce, todavía muy admirados, la obra de Epstein sigue siendo poco conocida y su reputación está dominada por su famoso Rock Drill de antes de la Primera Guerra Mundial.

Como muestra este libro, Epstein siguió siendo un artista de vanguardia durante toda su vida, aunque ignorara tanto el dogma modernista como la mojigatería del hombre de la calle. El texto de Gilboa revela al hombre en todo su genio, interpretando muchas obras a la luz de las circunstancias personales de Epstein. En un ambiente de actitudes polarizadas hacia el arte y de antisemitismo cortés a finales de la década de 1920, que se hizo menos cortés a partir de entonces, el judío Epstein se apartó deliberadamente del mundo del arte londinense.

Respondió a la actitud de la sociedad hacia él con una serie de audaces proyectos: los monumentales Génesis (1930) y Dioses primigenios (1931-32); las tallas más pequeñas Quimera y Elemental (1932); He aquí el hombre (1934-35); Consummatum est (1938-39); Adán (1938) y Jacob y el ángel (1940); el bronce Lucifer (1944-45) y, de nuevo, una talla, Lázaro (1947). No se pueden ignorar los nombres simbólicos de estas esculturas.

La discusión en este libro revelará que en cada caso el nombre tiene una relación definida con el tema y la esencia de la escultura, así como con las preocupaciones personales del escultor. Casi todas estas esculturas que Epstein produjo a partir de los años treinta suscitaron la indignación del público, lo que llevó a un crítico a afirmar que "una nueva escultura del Sr. Epstein -buena, mala o indiferente- puede seguir acaparando titulares cuando la agresión criminal, privada o política, está fuera de temporada".

No fue hasta la década de 1950, tras el trauma y el choque emocional de la Segunda Guerra Mundial, cuando las nuevas exigencias de expresión de ideas y emociones, más que de meras formas con las que jugar, renovaron la demanda de "un Epstein" y de su tipo de escultura "de contenido", principalmente en encargos públicos. Epstein, que para entonces tenía más de setenta años, se vio inundado de trabajo, y su escultura -que empleaba imágenes cristianas para transmitir ideas universales de consuelo y esperanza a una Inglaterra cansada de la guerra- adquirió una nueva relevancia, lo que le valió el estatus de gran maestro de la escultura inglesa.